viernes, 26 de agosto de 2011

DANTÓN (1982)

Liberté, Egalité, Fraternité

Andrzej Wajda se acercó a la Revolución Francesa adaptando una obra teatral de Stanislawa Przybyszewska, pero claramente plantea la situación de Polonia en la década de los años 80. Recordemos la dictadura comunista de general Jaruzelski y su enfrentamiento con el sindicato Solidaridad, y los intentos de aquél para controlar el país con mano de hierro evitando una nueva invasión soviética que frenara cualquier disidencia en el Bloque comunista-Hungría año 56 y Praga año 68 son un triste recordatorio-.

En ese contexto se sitúa este film que nos acerca al terror político del Estado. Un momento de cambios convulsos que afectaron al pueblo francés, y también a destacados protagonistas políticos que serían arrastrados hacia la "igualadora" guillotina.

En septiembre de 1793, el Comité de Salud Pública, instigado por Robespierre, instaura el "Terror". El hambre reaparece y con ella las revueltas. El pueblo es utilizado por los burgueses para conseguir sus objetivos y Wadjad plantea claramente la parálisis de una Revolución agotada. ¿Cómo lo hace? a través de dos personajes que serán victimas de esa misma Revolución que han defendido desde el principio: Dantón, lúcido y desencantado, y que tal vez presintiendo su final, expone vehementemente y con elocuencia la verdad de todo lo que sucede. Enfrente, su adversario político, Robespierre, obsesionado con la virtud y el terror; la negación de la vida. El duelo actoral está servido; sencillamente magistral.

Lo que asombra de esta película es la sensación de ese "Terror", de esa inseguridad por lo que puede suceder y que se genera en acontecimientos históricos que marcan un antes y un después en la historia de nuestra humanidad. No olvidemos que en estos proceso revolucionarios que se han dado en diversos países-Francia, Rusia,etc...- han pasado etapas oscuras marcadas por temor a perder todo lo que se ha conseguido.

Su ambientación está impregnada de una fisicidad que nos impulsa a sumergirnos en esa época histórica; nos inquieta, nos atemoriza, tal vez porque nos hemos introducido tanto en ese concreto momento histórico que ya formamos parte de los acontecimientos.

Y ya sabemos cómo acaba la historia: el rostro desencajado de Robespierre presintiendo que su cabeza también rodará victima de su autoritarismo y ante la duda de haber equivocado el camino revolucionario. Y Dantón acercándose a la guillotina ensangrentada, metáfora de que la revolución de los ideales elevados, de la sociedad igualitaria en derechos, choca con la verdadera realidad dominada por fuerzas más poderosas y oscuras.



EL GATOPARDO (1963)


El príncipe de Salinas y sus andares
En la Italia de 1860 nos encontramos con el período del Risorgimento, movimiento fundamental para entender un momento histórico fundamental en la historia italiana; su unidad como entidad política que no social y económica: el norte del país más rico y con un desarrollo industrial importante en sus inicios; el sur menos desarrollado, agrícola y con diferencias sociales muy arraigadas a lo largo de los siglos, y que sera mano de obra para las fábricas del norte del país (recordemos la emigración planteada magistralmente en el film "Rocco y sus hermanos").

Visconti, basándose en la excepcional obra escrita por Giuseppe Tomasi, Príncipe di Lampedusa, expone esa corriente ideológica y las mentalidades de la época del Risorgimento. Su puesta en escena es elegante sobria, como los andares sicilianos del Príncipe de Salinas. Un aire de melancolía planea constantemente en esta gran obra, al igual que la triste lucidez de nuestro príncipe; saber que un tiempo acaba y en la que una clase social nueva se impone: la burguesía y su política arribista en una sociedad cambiante. En él vemos el escepticismo creciente, la mediocridad basada en el dinero con el que se gana posición social, etc...; un cambio social que fosiliza a los de su propia clase (excelente escena de la familia del Príncipe entrando en la iglesia del pueblo y ocupando sus privilegiados asientos para escuchar la misa. Cubiertos por el polvo del camino parecen momias de un pasado que ya ha dejado de pertenecerles. ¡Con qué economía de medios el director nos muestra este fin de una época, de una forma de entender el mundo) . Pero hay está, el príncipe con su porte, su imponente mirada observando todo lo que acontece a su alrededor, y por supuesto el magnífico baile, casi a modo de melancólica despedida.

Seres humanos atrapados en sus conflictos humanos, sociales y políticos. Porque como decía Visconti: "No existen explicaciones ni soluciones de los estados del alma, de los conflictos psicológicos, fuera del contexto social. A mi juicio, las pasiones humanas y los conflictos sociales son los que animan y conmocionan la Historia".


COMO UN ESPEJO (1961)

Detrás de un Vidrio Oscuro

La reflexión sobre la incomunicación entre Dios y el ser humano, es el tema recurrente en está película que se encuadra en una trilogía fílmica que completan "El silencio" (1962) y "Los comulgantes" (1963). Un mundo plagado de soledad y de preguntas sin respuestas: el vacío en el que se encuentra el hombre ante la existencia de Dios: ¿Existe Dios?, y si no es así, ¿qué sentido tiene nuestra existencia?.

Como estudioso del ser humano, y sus reacciones ante los complejos problemas que le afligen en su caminar por este mundo, Bergman intenta encontrar un sentido a la vida, destruido por el rigorismo protestante (recordemos la relación que tuvo con su implacable padre, pastor protestante con una visión nada vitalista de la existencia).

Cine en estado puro. Imágenes nítidas, con una puesta en escena expresionista, necesario para resaltar el estado de ánimo de los personajes, reunidos en una isla solitaria, metáfora de la soledad hombre en su búsqueda de respuestas. Y por supuesto, las relaciones interpersonales que parten inequívocamente de la mujer, porque recordemos, el universo de Bergman es femenino.

La intimidad de las escenas nos hace participes de la fragilidad de estos seres errantes. La vida de una mujer enferma, incapaz de distinguir lo realidad exterior de la interior, ya que lo sagrado está fuera de la vida real sin poder unirse. Sólo es posible acceder a Dios a través de una mente enferma.



LA DELGADA LINEA ROJA (1998)


El paraíso recobrado tras la tempestad

"La delgada línea roja" es una rareza en el contexto del cine comercial norteamericano. Aquí no hay buenos ni malos. Malick no cae en los los tópicos de los films bélicos, y se esmera en realizar un retrato poético, intimista y espiritual en el que sobresale la naturaleza y el ser humano en su pureza original. Pero también es una reflexión crítica sobre la maldad inherente a la condición humana y su tendencia a la autodestrucción. De ahí la compenetración de contrarios: naturaleza paradisíaca y guerra infernal.

¿Qué significa esta guerra en el corazón de la naturaleza? ¿Por qué la naturaleza lucha con ella misma?, se pregunta Witt (Jim Caviezel) al principio del film. Esta terrible crueldad, ¿de dónde sale? ¿Cómo ha arraigado en el mundo? ¿De qué semilla, de qué arraigo ha nacido? ¿Y de quién es obra? ¿Quién nos mata? La guerra deshumaniza a las personas y destruye la pureza del mundo.

Malick platea una idea que ya aparece en el hinduismo o en autores como Schopenhauer: todas las almas emergen de un solo ser. "Quizá todos los hombres tengan una sola alma. ¿Acaso todos los rostros no son parte de un solo ser? ". Esta unidad de la humanidad hace desaparecer todas las diferencias individuales. Witt experimenta esa única identidad.

Pero en contraposición, su opuesto: el individuo refugiado en su individualismo y por ende en su soledad. El sargento Welsh (Sean Penn) es quien experimenta esta individualidad aislada, sólo dependiendo de sí mismo para sobrevivir.

Malick rompe la linealidad temporal del relato (los flash-backs) que aporta un aire poético y irreal. El regreso al pasado bello es un necesario para superar el horror bélico, pero también nos aporta la idea de que la belleza perdura. La naturaleza mata para crear nueva vida, pero la guerra sólo destruye.

Al final surgirá una nueva vida, una planta en la playa, un renacido ciclo vital. Se cerrara el circulo iniciado al principio del film: un cocodrilo solitario en una jungla espesa que nos recuerda el origen primitivo de todo lo extraño , original y esencial que tiene la existencia.

"Oh, alma mía. Déjame entrar en ti, mira a través de mis ojos, contempla las cosas que creaste, mira cómo brillan. Todo brilla". Aunque los los hombres persistan en su error de destruir, la paz, la belleza, la felicidad, la pureza, siempre continuarán existiendo.

MUERTE EN VENECIA (1971)

Mahler, Mann, Visconti

Muerte en Venecia es una obra de arte ya que sólo hay un camino, la búsqueda de la belleza absoluta, idea que todo artista intenta plasmar al final de su proceso de creación. Pero la obra de Thomas Mann y de su posterior representación en el cine llega a lugares insospechados pero gratificantes: el devenir del tiempo, la juventud y la vejez, sucesos vitales que marcan toda existencia, de ahí la creación artística como un deseo de alcanzar la inmortalidad que se nos escapa en nuestra vida real y racional.

El film de Visconti es reflexivo y contemplativo, respetando el espíritu de la obra literaria. La decadencia invade toda la obra fílmica y literaria, y no hay mejor lugar para recrear ese ambiente que la deteriorada, brumosa y poética Venecia.

Pero también muestra la decadencia de una burguesía conservadora y de una aristocracia declinante y ampulosa. Sociedad que conoce muy bien Visconti y donde el barroquismo está perfectamente representado en los ambientes arquitectónicos y en los ricos ropajes de los personajes.

El enamoramiento platónico de Gustav Von Aschenbach por el joven Tadzio que contrastará con la decrepitud que sufre la ciudad producida por la peste que corrompe toda existencia. No es un simple deseo homosexual: es la fascinación del hombre maduro por la belleza y que descubre en la última etapa de su existencia.



LOS DUELISTAS (1977)


Los opuestos se tocan

“Los duelistas” no es una novela histórica. El imperio Napoleónico, su génesis, auge y decadencia; su posterior época, la Restauración, son el marco ambiental donde se desarrolla esta enigmática y misteriosa aventura entre dos personalidades diferente y contrapuestas, D’Hubert y Feraud.
Historia épica que se hace interminable en el tiempo y que se convierte en un duelo sin fin, obsesivo, obcecado. Duelo que desembocará en un orgullo y en una envidia entre dos oficiales del mismo ejercito.

El relato corto de Conrad, el escritor se centra en las motivaciones y los sentimientos de sus protagonistas, Feraud (meridional, impulsivo, rencoroso, violento,... un cabezota en toda regla) y D’Hubert (norteño, reflexivo, sensible,... más atrayente como ser humano) sólo coinciden en su amor al ejercito y a Napoleón ya que son arquetipos opuestos.

Ridley Scott exprimió el jugo de este relato corto hasta su último gota. Su calidad visual recuerdo al maestro Kubrick en su obra maestra "Barry Lyndon". Cada fotograma nos remite a los cuadros de pintores británicos del siglo XVIII. Y en cuanto a la narración no excede el tiempo marcado en la obra escrita en negro sobre blanco, salvando las distancias entre el tiempo fílmico y el tiempo literario.

Metáfora sobre lo inútil de las guerras, de las luchas. ¿Cuál es la causa del inicio de un enfrentamiento?, ¿A qué se debe?.

Dos personalidades enmarcadas en un contexto histórico que sirven al escritor y al realizador para explorar el alma humana.