miércoles, 10 de septiembre de 2008

RUBA-I-YYAT OMAR AL-JAYYAM



Frente al fanatismo fundamentalista que asola el mundo islámico las rubayat de Jayyam (1048-1132) nos reconcilian con oriente porque Jayyam, con envidiable espíritu dionisiaco, canta al instante, al vino, al amor y al placer. Y no hace una simple apología del carpe diem, sino que en un tono nietzscheano, asume la ausencia de dioses y el papel en la vida del y el mal dolor. Además, sin dudarlo, rechaza el dogma religioso que engaña a muchos educándolos en vanas quimeras como paraíso e infierno, renuncia, sacrificio y obediencia. Es natural que durante siglos estos breves poemas del sabio sufí estuviesen prohibidos.

136

Pasó el ayer, no guardes de él recuerdo.
Por el mañana que no ha llegado no estés inquieto.
No te apoyes en lo no sucedido ni en lo que fue:
sé alegre, que no se lleve tu vida el viento.

81

¿Hasta cuándo pasarás la vida en el egoísmo
o bien preguntando por el ser y el no ser?
Bebe vino, que la vida corre y la muerte va detrás,
y es mejor que transcurra en el sueño o la ebriedad.

31

Cuando el señor ordenó el diseño del universo,
¿por qué a tara y defecto lo sujetó?
Si salió bien, ¿por qué falla?
Si el perfil salió mal ¿de quién es el error?

89

Dicen que el que lleva una vida ascética
se levantará del modo en que muera.
Con vino y amantes sin cesar estemos,
pues así, del hoyo, nos levantaremos.