miércoles, 28 de enero de 2009

La parábola del coche de carruajes

He aquí un coche de carruajes a la carrera, arrastrado por cuatro briosos corceles. El dueño está alojado dentro del coche y se ha dormido. El lacayo, que está sentado en el cabestrante, se ha emborrachado. Nadie controla las riendas y gobierna a los caballos. Finalmente, el carruaje se precipita al abismo.

Vamos a relacionar esta parábola con el sistema de Alejandro Jodorowsky:

Esos cuatro caballos deberían avanzar en la misma dirección, guiados por el conductor del carruaje, que no tiene consciencia porque está borracho o lo que es lo mismo: ausente. Recordemos las funciones básicas de cada uno de esos cuatro corceles:
-Uno se encarga de la vida intelectual, los pensamientos…
-Otro está encargado de los sentimientos y emociones…
-Un tercer caballo nos conecta con el sexo, con la creatividad y con los deseos…(escribir sobre este caballo es el objeto de este trabajo)
-El último es el encargado de las necesidades corporales y materiales…
Volviendo sobre el carruaje, si cada uno de ellos avanza en una dirección diferente acabaremos desmembrados, o lo que es lo mismo, en el abismo.

Despertar al conductor es la solución, ya que con las riendas ejercería de puente entre los cuatro caballos y podría guiarlos. Ese conductor es el alma (Yo superior) y cuando la desarrollamos podemos conectar con el dueño dormido del carruaje, (Yo esencial) que tiene a su disposición al inconsciente y al supraconsciente.

El inconsciente nos puede ayudar de muchas maneras: con sueños, gente que nos hace regalos, nos manda mensajes en las formas más inesperadas. La meditación es una forma de acceder a ese manantial de riqueza interior.
El supraconsciente es un lugar luminoso que simboliza el futuro. Es el lugar donde está la programación del Universo. Si sólo miramos hacia allí, lo que hacemos es acumular: conocimientos, emociones, deseos y posesiones. Vivimos hacia el exterior

Si tenemos el conductor despierto (Yo superior), podemos sin peligro absorber los mensajes que vienen del dueño del carruaje o (Yo esencial) y convertir al inconsciente y al supraconsciente en nuestros aliados.

En ese momento nos hacemos más fuertes y al unir lo positivo con lo negativo viene la realización. Esta energía cuando está mal utilizada nos acaba destruyendo. Bien utilizada provoca dos ganadores y no un ganador y un perdedor.

El dueño del carruaje conecta con nuestro “Dios interior”. Debemos escucharlo y desobedecer a las leyes que nos inmovilizan. Nos conectamos con nosotros mismos siguiendo nuestras propias reglas y avanzamos sin miedo. Nuestro Dios interior jamás se puede equivocar.

Dice Jodorowsky que para lograr una conexión, tanto con el entorno como con nosotros mismos, tenemos que conocer los distintos planos del lenguaje. Cuando logramos que todo nuestro ser funcione en el mismo lenguaje, podemos sentirnos capaces de cambiar el mundo.