miércoles, 24 de agosto de 2011

ONEGIN (1998)


ONEGIN Y EL INVERNAL SAN PETERSBURGO

Onegin, novela en verso, es una de las obras fundamentales de Pushkin y una de las novelas rusas más importantes del siglo XIX. Personaje frívolo, cínico y decadente que nos recuerda a Byron o Werther de Goethe, nos introduce plenamente en el romanticismo ruso. La obra es rica en matices sociales, políticos, morales, de una sociedad rusa en una Europa post-napoleónica pero con acusada influencia francesa en las costumbre de la alta sociedad rusa, como también de las clases terratenientes en su ambiente rural.

A mi parecer, cinematográficamente, Martha Fiennes consigue soportar el peso de la novela y mostrarnos la dualidad de Onegin; displicente ante el mundo en el que se mueve pero a la vez absorbido por él. Un relato trasformado en imágenes donde el tiempo y los silencios, aun en sus escuetos pero profundos diálogos, nos hacen navegar hacia sensaciones melancólicas. Hermosa y emotiva a la vez, está realizada con un ritmo pausado pero con gran intensidad. Sí, puede resultar algo preciosista, con cierto aire esteticista en algún momento, pero no hay que olvidar que es una película romántica en su concepción; el peso de la época en la que se desarrolla deja huella inevitablemente.

La ambientación de la película en el San Petersburgo del zar Nicolás I es interesante: la corte y protocolo, el aburrimiento de los nobles y el cinismo de algunos, son estereotipos bien perfilados. La otra cara de la moneda es el ambiente rural menos sofisticado pero muy marcado por la naturaleza, ambiente en el que Onegin no encaja aun sabiendo que es un remanso de paz donde las afectadas formas sociales de la ciudad no son tan marcadas. La cámara retrata la naturaleza tediosa y aburrida de Onegin y también elige el silencio y la ralentización de la imagen para acércanos al ánimo de Tatiana, personaje con un mundo interior que la da un halo de misterio. El color muestra los estados de ánimo de los personajes y la luz favorece en sus tonalidades la ambientación de ese mundo melancólico y que nos recuerda a los pintores románticos de principios del siglo XIX.

Uno de los momentos más impactantes a nivel emocional- sin olvidarnos de la escena del duelo de absoluto romanticismo trágico - es el reencuentro entre los dos protagonistas después de varios años. En ese encuentro afloran los sentimiento más profundos y Onegin se da cuenta de lo que ha perdido; él es un decadente al que le ha podido la pereza para amar, con lo que todo eso significa. Su lucidez sentimental se despierta tardíamente, y por eso le queda un único camino, vagar solitario por las frías e invernales calles de San Peterburgo, metáfora de su alma errante.


Película agradable de ver pero no apta para corazones fríos y desapasionados.




Ivan Vasilievich: Back to the Future (1973)


El sueco y su melena

Delirante, desternillante, hilarante!. Desconocíamos que en la extinta URSS tuvieran un cine setentero, landista, "escojonista", adornado con aspecto cinematrográfico cutre, ¿naïf?...; alejado de los koljós, sovjós, stajanovismos, burocratismos poliburistas varios.

Y me pregunto, ¿que le sucedía a los soviéticos, que no rusos por aquellas fechas, para reírse hasta de su propia Historia?. Posiblemente la respuesta es inefable, o como diría un alquimista: "es como hallar la cuadratura del circulo" .

Bueno, pero puede que halla un explicación (ya expuesta por "Lupo" en su crítica), o por lo menos se puede intuir algo.

Recordemos que nos encontramos en el comienzo de la etapa dura de Leonid Ilich Brézhnev, que siguió al anterior período de coexistencia pacífica con occidente, dirigiendo el país un tal Nikita Sergéyevich Jrushchov alias "Khrushchev", "inquilino" de la Casa Roja (Kremlin).

Y por eso de que estamos en plena Guerra Fría, ¿por qué no hacer un cine donde se aprecie las moderneces de occidente?, por que aquí ,en nuestro paraíso socialista, también se destila la ambientación "pop" a la rusa, ¡¡¡uff!!..., perdón, a la soviética.

Y en esa estamos, mal rodada, con toques humorísticos absurdo, encuadres kafkianos (mi abuela le habría dado un toque "parkinsoniano" a esta película digno de ser seleccionada en festivales internacionales de cine). Pero no podemos negar que tiene gracia, o por lo menos hemos realizado un ejercicio abdominal al troncharnos de risa cuando la hemos visionado, sin necesidad de tener que ir a un gimnasio. Y descubrimos que los rusos, ¡vaya!, siempre se me olvida ahora son rusos y antes eran soviéticos; pues eso, que los soviéticos tenían gracia y sentido del humor fuera del estereotipo que nos han vendido de "la triste alma eslava", y que las horteradas de aquella época en el otro lado del Telón de Acero, también existía.

¡Pobres soviéticos!, necesitaban reírse de algo porque con tanta disciplina burocratizada, y tanta ideología de partido...,¡quién lo puede soportar!.

En fin, que podíamos hacer un esfuerzo en buscar alguna joyas de estos directores (creo que hay un director ruso de género fantástico que es como Ed Wood. Sería interesante visionarlo. Investiguemos. La mente ya me hace "chiribitas" sólo de pensarlo). Lo digo por que después del estrés semanal, ¡os podréis creer que tras ver la película dormí mejor después reírme como una hiena!. Es una buena terapia, os lo aseguro.

Y ¿por qué un 5 de nota?, ¡no está bastante claro!, pues por le pelo del embajador sueco, un toque de Llongueras a la rusa, ¡uff!..., ¡perdón!, a la soviética.



ONIBABA (1964)


Eros y Tanatos en el Japón feudal

Onibaba es una película de culto muy poco conocida. Su minimalismo conceptual asombra: ambientación austera pero con gran fuerza visual.

Es una parábola sobre la Guerra y los demonios interiores. No olvidemos que Japón se estaba recuperando por aquellas fechas del colapso posbélico que sufrió después de la 2ª Guerra Mundial, donde los principios básicos en los que se asentaba la sociedad nipona antes del conflicto se resquebrajaron.

El entorno es enfermizo y hostil, propicio para desatar las pulsiones internar de estos personajes: el sexo anteriormente contenido y que se desbordará como un torrente, la necesidad del otro, y la deseo de sobrevivir en este lugar desolador en medio de una guerra feudal.

Su carga metafórica y alegórica es evidente, pero las interpretaciones pueden ser variadas, y de ahí su riqueza: un gran hoyo oscuro en la tierra, una máscara de demonio, dos míseras mujeres con un deseo sexual contenido hasta la locura, etc..

Personajes afectados por la guerra, donde la depravación moral, el horror y la muerte están influidos por unos factores ambientales hostiles que les vuelve salvajes. El sexo visto como una compensación necesaria ante esta degradación humana; sexualidad febril enfrentada a la muerte.
El título “Oni-baba” significa demonio en forma de anciana. Aparece en las fábulas clásicas para aterrorizar. En el film ejemplifica el demonio de sí mismo, la parte oscura que todo hombre tiene en su interior, porque su acciones marcarán su destino, y la máscara se aferrara todavía más en el rostro con dolor, ya que enfrentarse a esos demonios interiores es una tarea angustiosa; el rostro siempre será el espejo del alma.