lunes, 25 de agosto de 2008

"El maestro y las magas" de A. Jodorowsky


Buda, viendo el presente como el mundo del sufrimiento donde el ego está amarrado por sus deseos, decretó su vacuidad. Abominando la enfermedad, la vejez y la muerte, decidió escaparse de la rueda de reencarnaciones y nunca más nacer... Pero ¿no podría esta ilusión llamada «ego» ser un elemento necesario para la perfecta realización?, ¿no podría el nacimiento ser considerado una fiesta?, ¿no podría la vida ser la felicidad?, ¿no podría aceptarse que la existencia efímera es un grado de la existencia eterna? Si el impensable Dios está en todo, el sufrimiento nada más es un concepto y la Consciencia un tesoro que se nos otorga eternamente. Sólo se puede perder lo que no es uno mismo. Se es lo que se es para siempre. Al mismo tiempo que los cuerpos se marchitan, el espíritu va apareciendo. El tiempo es nuestro amigo, nos aporta sabiduría. La vejez nos enseña a no aferramos a la materia. Las riberas de un río no tratan de inmovilizar el transcurrir del agua. ¿Por qué temer a las enfermedades? Son nuestras aliadas. Los males corporales, al revelamos problemas que no osamos enfrentar, curan las enfermedades de la mente. ¿Miedo a perder la identidad? La suma de todas las identidades es nuestra identidad. ¿Miedo a ser abandonados? Si estamos con nosotros mismos, estamos acompañados. ¿Miedo a no ser amados? Libertad es amar sin pedir que nos amen. ¿A estar encerrados? El universo es nuestro cuerpo. Lo contenemos todo. ¿Miedo al otro? Es nuestro espejo. ¿Miedo a perder un combate? Perder un combate no es perderse a sí mismo. ¿Miedo a la humillación? Si vencemos nuestro orgullo, nadie nos puede humillar. ¿Miedo a la noche? La noche siempre está unida al día. ¿Miedo a ser estériles? El alma es nuestra hija suprema .