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viernes, 6 de julio de 2012

LAS SIETE CARAS DE LA INTENCIÓN




Escrito por WAYNE DYER 
 El Poder de la Intención

Creo que la intención es algo que podemos sentir y conocer, que podemos conectarnos con ella y confiar en ella. Es una conciencia interior que notamos explícitamente, pero que al mismo tiempo no podemos describir con palabras. Empleo este concepto para orientarme en el camino hacia la fuerza de la intención que es la fuente de la creación y para activarla en mi vida cotidiana. Espero que también tú empieces a reconocer lo que necesitas personalmente para empezar a activar la intención en tu vida.
A continuación voy a describir lo que creo que podríamos ver si saliéramos de nosotros mismos, si flotáramos por encima de nuestro cuerpo. Desde esa perspectiva me imagino mirando las caras de la intención con ojos capaces de ver vibraciones más altas.

Las siete caras de la intención

1. La cara de la creatividad.

La primera de las siete caras de la intención es la expresión creativa de la fuerza de la intención que nos proyectó, nos trajo aquí y creó un entorno compatible con nuestras necesidades. La fuerza de la intención tiene que ser creativa, porque en otro caso nada nacería. A mí me parece una verdad irrefutable sobre el espíritu/intención, porque su propósito consiste en dar la vida en un entorno adecuado, ¿Por qué he llegado a la conclusión de que la fuerza de la intención, que da la vida, dispone que tengamos vida y que la tengamos con una abundancia creciente? Porque, si fuera al contrario, no podría adquirir forma la vida tal y como la conocemos.
El hecho mismo de que podamos respirar y experimentar la vida, para mí es prueba suficiente de que la naturaleza del Espíritu que da la vida es creativo en su núcleo mismo. Puede parecer evidente, o por el contrario, confuso o incluso irrelevante. Pero hay una cosa clara: que estás aquí en tu cuerpo físico, y que en su momento eras un embrión, y antes una semilla, y antes de eso, energía amorfa. Esa energía amorfa contenía la intención, que te trajo de ninguna parte a aquí y ahora. En los niveles más elevados de la conciencia, la intención te inició en el sendero hacia tu destino. La cara de la creatividad te dispone hacía una continua creatividad para que crees y contribuyas a crear cualquier cosa sobre la que dirijas tu fuerza de la intención. La energía creativa forma parte de tí; se origina en el Espíritu dador de vida que te disporte.

2. La cara de la bondad.

Cualquier fuerza a cuya naturaleza sea inherente la necesidad de crear y convertir la energía en una forma física ha de ser bondadosa. También en esta ocasión lo deduzco de lo contrario. Si en el corazón mismo de la fuerza de la intención, que todo lo da, se albergara el deseo de no ser bondadosa, de ser malévola o perjudicial, la creación resultaría imposible. En el momento en que una energía no bondadosa adquiriese forma, se destruiría el Espíritu que da la vida. Pero la fuerza de la intención tiene una cara bondadosa. Es energía bondadosa con la intención de que lo que está creando florezca y crezca, y que sea feliz y plena. Decidir ser bondadoso es decidir activar en tu vida la fuerza de la intención. Diversas investigaciones han demostrado el efecto positivo de la bondad sobre el sistema inmunológico y el aumento de la producción de serotonina en el cerebro. La serotonina es una sustancia que se produce de forma natural en el cuerpo y que nos hace sentir más tranquilos, cómodos e incluso felices.
En realidad, la función de la mayoría de los antidepresivos consiste en estimular la producción química de serotonina para ayudar a aliviar la depresión. Las investigaciones han demostrado que un simple acto de bondad hacia otra persona mejora el funcionamiento del sistema inmunológico y estimula la producción de serotonina en quien recibe y en quien realiza ese acto bondadoso. Aún más sorprendente es que las personas que son testigos de ese acto obtengan parecidos beneficios.

3. La cara del amor.

La tercera de las siete caras de la intención es la del amor. Hemos de llegar a la irrefutable conclusión de que existe una naturaleza que otorga la vida inherente a la fuerza de la intención, ¿Cómo llamar a esta cualidad que fomenta, amplía y apoya toda la vida sino amor? Es la fuerza impulsora primordial del Espíritu universal de la intención. Como lo expresó Ralph Waldo Emerson: «El amor es la palabra más elevada y sinónimo de Dios». El campo energético de la intención es puro amor que desemboca en un entorno vigorizante y de absoluta cooperación.
En él no se desarrollan la censura, el odio, la ira, el temor ni los prejuicios. Por eso, sí fuéramos capaces de ver realmente ese campo, veríamos creatividad y bondad en un campo infinito de amor. Entramos en el mundo físico de los límites y los comienzos a través del campo de fuerza universal del puro amor.
Esta cara de la intención que es una expresión de amor solo desea que crezcamos y prosperemos, que nos convirtamos en todo lo que somos capaces de convertirnos. Cuando no nos encontramos en armonía con la energía del amor nos alejamos de la intención y se debilita nuestra capacidad para activarla mediante la expresión del amor. Por ejemplo, si no haces lo que amas ni amas lo que haces, tu fuerza de intención se debilita y atraes a tu vida más insatisfacción, algo que no forma parte de la cara del amor. En consecuencia, en tu vida aparecerán más elementos que no amas.
Pensamientos y emociones son pura energía, unas más altas y rápidas que otras. Cuando las energías más altas ocupan el mismo campo que las más bajas, estas últimas se transforman en energías más altas. Un ejemplo sencillo consistiría en una habitación oscura que tiene una energía más baja que una habitación inundada de luz. Como la luz se mueve con mayor rapidez que la no luz, cuando se enciende una vela en una habitación oscura no solo desaparece y se disuelve la oscuridad, sino que parece transformarse en luz como por arte de magia. Lo mismo se puede decir del amor, que es una energía más alta y más rápida que el odio.

4. La cara de la belleza.

La cuarta cara de la intención que yo propongo es la belleza. ¿Qué otra cosa podría ser una expresión creativa, bondadosa y amante sino bella? ¿Por qué iba a decidir la inteligencia organizadora de la intención manifestarse de una forma que le repugnara? Por supuesto, no lo hace.
De modo que podemos llegar a la conclusión de que la naturaleza de la intención tiene una interacción eterna de amor y belleza, y añádela expresión de la belleza a la cara de la fuerza de la intención creativa, bondadosa y amante.
Evidentemente, la verdad existe en la creación de todo. Es la verdad que se muestra aquí bajo cierta forma. Está aquí bajo una forma que es expresión del invisible poder creador. Por eso tenemos que saber silenciosamente que la verdad y la belleza son una y la misma cosa. De la verdad del espíritu creador en una expresión de la fuerza de la intención surge la verdad como belleza. Este saber lleva a ideas valiosas para ejercitar la voluntad, la imaginación y la intuición individuales.
Para comprender la importancia de la belleza como una de las caras de la intención, hay que recordar lo siguiente: los pensamientos bellos construyen un alma bella. Al hacerte receptivo a ver y sentir la belleza que te rodea, sintonizas con la fuerza creadora de la intención que existe en el interior de todo el mundo natural, en el que tú estás incluido.
Al decidir ver belleza en todo, incluso una persona nacida en la pobreza y la ignorancia podrá experimentar la fuerza de la intención. Al buscar la belleza en las peores circunstancias posibles con un propósito individual nos conectamos con la fuerza de la intención. Y funciona. Tiene que funcionar. La cara de la belleza siempre está presente, incluso donde los demás no ven belleza.
Me encanta la respuesta de la madre Teresa de Calcuta cuando le preguntaron sobre esta cualidad: «¿Qué hace todos los días en las calles de Calcuta para cumplir su misión?». Ella contestó: «Todos los días veo a Jesucristo con todos sus angustiosos disfraces».

5. La cara de la expansión.

La naturaleza elemental de la vida consiste en encontrar continuamente más expresión. Si pudiéramos fijarnos de verdad en las caras de la intención, nos quedaríamos pasmados. Supongo que una de las caras que veríamos sería la expresión en continua expansión de la fuerza de la intención. La naturaleza de este espíritu creativo funciona continuamente con el fin de expandirse. El espíritu es una fuerza de formación. Posee el principio del incremento, es decir, que la vida sigue expandiéndose para originar más vida.
La vida tal y como la conocemos tiene su origen en la intención amorfa. Por consiguiente, uno de los rostros de la intención es el de algo en eterna evolución. Puede parecer una minúscula partícula en un estado de continua repetición y después de ampliación, que a continuación avanza, siempre expandiéndose y mostrándose. Eso es precisamente lo que ocurre en nuestro mundo físico. Esta quinta cara de la intención adquiere la forma de lo que la expresa. No puede ser de otra manera, porque, si su fuerza, que no deja de expandirse, no se gustara a sí misma o se sintiera desconectada, solo podría autodestruirse. Pero no funciona así. La fuerza de la intención se manifiesta como expresión de la creatividad, la bondad, la belleza y el amor en expansión.

Al establecer tu relación personal con esta cara de la intención expandes tu vida por mediación de la fuerza de la intención, que era, es y siempre será un elemento de esta intención creadora. La fuerza de la intención es la que te permite expandir y aumentar todos los aspectos de tu vida, sin excepciones.  Está en la naturaleza misma de la intención el estado de expresión continua y aumentada, y lo mismo puede aplicarse a todos nosotros.
La única condición para este movimiento hacia delante consiste en colaborar con él en todas partes y dejar que ese espíritu se exprese a través de ti, por ti y por cuantas personas te encuentres. Entonces dejarás de sentir angustia y preocupación. Confía en la cara de la expansión y haz lo que haces porque amas lo que haces y haces lo que amas. Has de saber que esos resultados expansivos y beneficiosos son las únicas posibilidades.

6. La cara de la abundancia ilimitada.

La sexta cara de la intención es la expresión de algo que no conoce límites, que está en todas partes al mismo tiempo y es infinitamente abundante. No se trata sólo de que sea enorme, sino de que no cesa jamás. Tú fuiste creado con este prodigioso don. Por eso tú también lo compartes en la expresión de tu vida. Estás cumpliendo la ley de la abundancia. Estos dones se te conceden libremente y a manos llenas, como se te proporcionan el aire, el sol, el agua y la atmósfera con una abundancia ilimitada.
Los libros científicos publicados hace sólo dos años ya se han quedado anticuados. Las marcas de los deportistas que supuestamente demostraron los límites de nuestras proezas físicas se superan cada dos por tres.  Lo que significa esto es que no existen límites para nuestro potencial como personas, como entidades colectivas y como individuos.
En gran medida es así porque emanamos de la abundancia ilimitada de la intención. Si la cara de la fuerza de la intención es una abundancia ilimitada, sabemos que lo mismo ocurre con nuestro potencial para manifestar y atraer cualquier cosa a nuestra vida. La cara de la abundancia no tiene límite alguno. Imagínate la inmensidad de los recursos a partir de los cuales son creados todos los objetos. Después reflexiona sobre el recurso que destaca por encima de todos los demás: tu mente y la mente colectiva de la humanidad. ¿Dónde empieza y dónde termina tu mente? ¿Cuáles son sus límites? ¿Dónde está situada? Y más importante aún, ¿dónde no está situada? ¿Nace contigo o existe antes de que seas concebido? ¿Muere contigo? ¿De qué color es? ¿Qué forma tiene? Todas las respuestas están contenidas en dos palabras: abundancia ilimitada. Tú fuiste creado por esa ilimitada abundancia.
La fuerza de la intención está en todas partes, y es la que permite que todo se manifieste, aumente y provea infinitamente. Has de saber que estás conectado con esa fuerza vital y que la compartes con todos y con todo lo que, según percibes, te falta. Ábrete a la expresión de la cara de la abundancia ilimitada y así contribuirás a crear tu vida como te gustaría que fuera. Como ocurre tantas veces, los poetas son capaces de expresar con unas cuantas palabras lo que a nosotros nos resulta tan difícil comprender. He aquí lo que nos dice Walt Whitman en «Canto a mí mismo». Al leer este poema, sustituye Dios por la cara de la abundancia infinita para hacerte una idea de lo que es la fuerza de la intención.
7. La cara de la receptividad.

Así imagino yo la séptima cara, la cara receptiva de la intención. Sencillamente, es receptiva a todo. No rechaza ni a nadie ni nada. Acoge a todos y a todo ser viviente, sin enjuiciar nada, sin conceder la fuerza de la intención a algunos mientras que se la niega a otros. Para mí, la cara receptiva de la intención significa que la naturaleza entera está a la espera de entrar en acción. Sólo se necesita estar dispuestos a reconocer y recibir. La intención no puede responderte si tú no logras reconocerla. Si ves que la casualidad y la coincidencia rigen tu vida, la mente universal de la intención no te parecerá sino una amalgama de fuerzas carentes de orden y poder.
En términos más sencillos, no ser receptivo significa negarte a ti mismo el acceso a la fuerza de la intención. Para utilizar la receptividad global de la intención has de producir en tu interior una inteligencia que iguale en afinidad a la mente universal. No solo debes ser receptivo a la orientación que se te ofrece para manifestar tus intenciones humanas, sino ser receptivo a devolver esa energía al mundo. Como he dicho tantas veces en mis discursos y en mis libros anteriores, tu tarea no consiste en decir cómo sino en decir sí: «Sí, estoy dispuesto. Sí, sé que la fuerza de la intención es universal. No se le niega a nadie».
 

viernes, 20 de agosto de 2010

La mirada a un niño


Los niños se forman una imagen de sí mismos a partir de la mirada de los adultos. Esta mirada no es siempre positiva, constructiva, afectuosa, consciente… a veces es crítica, exigente, despreciativa, incomprensiva. Las “torpezas” de los niños no son su identidad, pero pueden convertirse en torpes si es así como nos dirigimos frecuentemente a ellos.


Alejandro Jodorowsky una vez encontró un pedazo de papel en el que leyó:

Si un niño vive en la crítica, aprende a condenar

Si un niño vive en la hostilidad, aprende a pelearse

Si un niño vive en el ridículo, aprende a avergonzarse

Si un niño vive en la sospecha, aprende a sentire culpable

Si un niño vive en la tolerancia, aprende a ser paciente

Si un niño vive en el reconocimiento, aprende a estimar

Si un niño vive en la lealtad, aprende la justicia

Si un niño vive en la aprobación, aprende a amarse a si mismo

Si un niño vive en la amistad, aprende a ver el amor en el mundo


domingo, 16 de mayo de 2010

La escuela de hoy en nuestra cultura

Alejandro Jodorowsky: Las escuelas y las universidades cometen el mismo error: dedican su enseñanza exclusivamente al intelecto de los alumnos, como si la expresión oral fuese la sede de la verdad. Para ellas el ser humano es alguien que habla para emitir ideas. Sin embargo, aparte del lenguaje mental, hay otros tres, tan importantes como el oral. Hablo del centro emocional, del centro libidinal y del lenguaje corporal. La realización del intelecto es una mente vacía; de la emocionalidad, un corazón lleno; de la sexualidad un sexo satisfecho; del cuerpo, la saludable seguridad… Para las escuelas, cualquier concepto se define exclusivamente en forma intelectual. Para una persona que ha desarrollado su conciencia, cada concepto tiene por lo menos cuatro definiciones. Por ejemplo, si hablamos de “Paz”, la paz mental es una (aprender a ser), la paz emocional otra (aprender a amar), así como son otras la paz sexual (aprender a crear) y la paz material (aprender a vivir). Las escuelas místicas pueden caer en el mismo error. Los Rishis hindúes dicen que un hombre perfecto somete sus emociones y deseos a su intelecto. Pero si los pensamientos llegan a la luz, los sentimientos deben alcanzan lo sublime, los deseos la pureza y las necesidades la generosidad. Una persona que solo vive en un mundo de palabras, reprimiendo emociones, deseos y necesidades, vive como un inválido. Las escuelas actuales y las universidades están creando mutilados. El bisturí que emplean son las calificaciones. La sabiduría manual es tan importante como la sabiduría intelectual. Quien no sabe manejar y llevar sus sentimientos a un nivel donde impera el amor, se convierte en un profesional dañino. Quien no es capaz de verter sus deseos en una creatividad útil para la sociedad, por más que tenga las más altas calificaciones escolares, es tan solo un técnico perverso. Aquellos que surgen de las aulas preparados a ser eficaces sin pensar en la salud del planeta, son asesinos ecológicos. A la cultura cerebral debe agregarse una cultura emocional más una cultura sexual-creativa más una cultura material donde “mi” prosperidad se transforma en “nuestra” prosperidad.

Respuesta de Alejandro Jodorowsky para Plano Creativo

sábado, 6 de febrero de 2010

Tal como un hombre piensa, así percibe


La proyección es la base de la percepción.

El mundo que ves es lo que tu has puesto en él y nada más…

Es el testimonio de tu estado mental,

la imagen exterior de un estado anterior.

Tal como un hombre piensa, así percibe.

Por lo tanto, no intentes cambiar el mundo;

opta por cambiar tu manera de pensar en el mundo.

(Anónimo)

domingo, 20 de diciembre de 2009

En un lugar en oriente, había una montaña muy alta que no dejaba entrar los rayos del sol, motivo por el cual los niños crecían raquíticos. Entonces, un viejo, el de mayor edad del poblado, se encaminó con una cuchara de porcelana hacia esa montaña.

Al verlo, le preguntaron sus vecinos: ¿Qué vas ha hacer en la montaña?

-Voy a moverla.

¿Y con qué las vas a mover?

-Con esta cucharita de porcelana.

-Jajaja, nunca podrás.

-Sí, nunca podré, pero alguien tiene que comenzar a hacerlo.

¿Cuál es el mensaje?

El cuento transmite que aunque no podemos cambiar el mundo, sí podemos empezar a cambiarlo.

martes, 15 de diciembre de 2009

Otro mundo es posible


Dice Juan Trigo en el blog Crisis económica 2010 que: “Otro mundo es posible, pero a quien no lo sienta en su corazón no puedo convencerle”.

Y en uno de sus comentarios nos recuerda estas frases de una brillantez exquisita:

Lao-Tsé: “Entre lo real y lo irreal apenas hay la distancia de un grano de arroz”.

Confucio: “La distancia entre lo posible y lo imposible es la medida de la voluntad del ser humano”

Platón:”Buscando el bien de nuestro semejantes encontramos el nuestro”.

Rousseau: “El hombre que más ha vivido no es el que más años ha cumplido, sino el que más cosas ha experimentado”.

Disraeli: “La vida es demasiado corta para que la hagamos mezquina”

Kierkegaard: “la vida solo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero ha de ser vivida mirando adelante”.

Gandhi:”El planeta ofrece todo lo que el hombre necesita, no lo que codicia”.

Palacio Valdés: “Cuando se deja de luchar por ella, la vida ya no tiene sabor”

García Márquez: “A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse“

Martin Lutero: “Aunque supiera que iba a morir mañana, aún plantaría un manzano hoy”

Vicente Ferrer: “La acción es una oración sin palabras…. La acción buena contiene todas las filosofías, todas las ideologías, todas las religiones….”

domingo, 8 de noviembre de 2009

Mircea Eliade


Mircea Eliade (1907-1986) está considerado como uno de los más relevantes historiadores de las religiones. Nacido en Rumania y licenciado en filosofía en la universidad de Bucarest, se trasladó a los 21 años a la India, sintiendo que la educación en su país natal no podía aportarle algo que encontraba a faltar para comprender el alma humana -una carencia que intuyó que podría completar viviendo y asimilando la cultura oriental que la India podía ofrecerle.

Deseando leer textos clásicos del hinduismo que no habían sido traducidos a lenguas occidentales, sobretodo acerca del yoga y del tantra, pasó tres años en Bengala estudiando el sánscrito con Dasgupta. Seguidamente se retiró durante un año en los Himalayas, en Hardwar, para practicar yoga como discípulo de Swami Shivanananda. La estancia en la India representó el gran período de formación intelectual de Eliade, en el que elaboró su visión de la religión, desde su etapa en las sociedades cazadoras y las agrícolas, las primeras culturas que dominaron los metales, las grandes religiones... En la India aborigen pudo enlazar también las creencias cosmológicas de los pueblos ágrafos indoeuropeos, que en illo tempore abrazaban la totalidad del espacio eurasiático.

Pero principalmente fue la práctica del yoga lo que aportó a Eliade un pilar que faltaba en su cultura religiosa occidental: más allá de los sistemas filosóficos y de los rituales, que había hallado tanto en Europa como en la India, la férrea práctica de lo que él denominaría las técnicas psicofisológicas del yoga, le llevaría a experimentar estados místicos de la consciencia, o sea: la experiencia directa de lo sagrado, algo que suponía la validación de todo el sistema filosófico y ritual posterior -una abstracción que Eliade encontraba falta de sentido sin la piedra angular de la experiencia extática.

A su retorno a Europa, Eliade emprendió una carrera literaria que se dividiría en dos ramas, en cierta manera complementarias: por una parte el estudio riguroso del fenómeno religioso, que culminó con su voluminosa Historia de las creencias y de las ideas religiosas, y por otra parte las novelas de base autobiográfica, en las que recreaba de forma fantástica las experiencias espirituales que vivió durante su estancia en la India, sobretodo durante el período de Hardwar.

Si Jung, el psiquiatra suizo, representa el intento de articular y dar a comprender a la mente occidental la fenomenología de la experiencia mística, mediante el estudio de los 'símbolos de la mente inconsciente', Eliade representó durante el siglo XX la articulación y la pedagogía del fenómeno religioso, pero no tan sólo el propio de la historia occidental, sino el proceso religioso que aconteció en Eurasia desde el neolítico en las sociedades de cazadores, hasta el advenimiento de las grandes religiones como el budismo, el mazdeísmo y el cristianismo. Junto a Campbell, Eliade sobresalió en escribir unos libros a la vez doctos y de una gran claridad, que a la vez se convirtieron en enormemente populares. Lejos de usar un estilo especulativo, abstracto y confuso, sus trabajos facilitaron la recuperación del respeto acerca del fenómeno religioso, tan vilipendiado en occidente a lo largo del siglo XIX.

Entre sus obras más conocidas, destacan 'El mito del eterno retorno', 'Yoga. Inmortalidad y libertad', 'El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis', 'Lo sagrado y lo profano', 'Tratado de historia de las religiones', 'Cosmología y alquimia babilónicas', 'La noche bengalí'.

Después del redescubrimiento de los enteógenos, y por haber escrito el inmortal El Chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis, Eliade ha sido criticado por no haber incluido y estudiado las plantas visionarias en el complejo chamanístico expuesto en el libro. Existe confusión acerca de este punto, pero de todas maneras ha de considerarse que Eliade escribió el libro sobre chamanismo en 1951, cuando los estudios sobre enteógenos estaban aun en pañales. Y en cierta manera es normal que Eliade centrara su atención en las técnicas arcaicas del éxtasis, pues su acceso a experiencias místicas aconteció como consecuencia de la práctica del yoga.

En cierto modo Eliade dio un primer paso en relación a la comprensión de las experiencias espirituales inducidas por enteógenos, al intuir que el yoga suponía una técnica psicofísica para alcanzar estados místicos de la consciencia. Así, una de las principales objeciones que se plantearon a la relación de los enteógenos con las experiencias espirituales era que estas no podían ser inducidas por algo físico, y menos una determinada molécula, ya que en occidente se consideraba desde antaño que lo espiritual y lo material eran reinos distintos y sin relación alguna. Eliade, al intuir que las experiencias espirituales de los yoguis podrían ser articuladas por una técnica y unas prácticas físicas, corporales, abrió una primera posibilidad y entendimiento a la relación entre mente y materia, entre cuerpo y espíritu.

Años más tarde, sintiendo demasiado ardua la revisión de sus escritos a la luz de lo que había aportado la etnobotánica, Eliade reconoció la importancia del papel de los enteógenos en el fenómeno religioso, si bien comunicó esta posición sólo a nivel privado a personas como Peter Furst o E. Jünger, con quien dirigió la publicación Antaios.

Citas:

« (...) mi objetivo consistía únicamente en hacer inteligible al mundo moderno -lo mismo occidental que oriental, a la India lo mismo que a Tokio o a París- unas creencias religiosas y filosóficas poco conocidas o mal comentadas.» (La Prueba del Laberinto)

«La historia de las religiones se refiere a lo más esencialmente humano: la relación del hombre con lo sagrado. (...) Las crisis del hombre moderno son en gran parte religiosas en la medida en que suponen la toma de conciencia de una carencia de sentido» (La Prueba del Laberinto)

«Un día no lejano, Occidente no sólo tendrá que conocer y comprender los universos culturales de los no occidentales, sino que además se verá obligado a valorarlos como parte integrante de la historia del espíritu humano.» (Diarios -1960-)



Libros de Mircea Eliade


El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis

El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis

Considerado como el texto de referencia sobre chamanismo: un clásico escrito hace 50 años y aun no superado. Contiene una cantidad de información sin par sobre esta práctica extática que pobló el planeta antes del advenimiento de las grandes sociedades y las religiones organizadas.



El yoga. Inmortalidad y libertad

El yoga. Inmortalidad y libertad

Uno de los libros más completos, claros y eruditos sobre el yoga. Escrito por una de las grandes eminencias occidentales en el estudio de las religiones, que pasó varios años en la India estudiando sánscrito y varios meses en los Himalayas practicando yoga, a principios del siglo XX, con un maestro hindú. Más erudito, histórico y pedagógico que práctico



Historia de las creencias y las ideas religiosas (Vol I). De la edad de piedra a los misterios de Eleusis

Historia de las creencias y las ideas religiosas (Vol I). De la edad de piedra a los misterios de Eleusis

Introducción sin par al mundo religioso clásico: Mesopotamia, Valle del Indo, Egipto, península arábiga, hinduismo, Grecia, Eleusis, Zoroastrismo... Excelente obra para adentrarse en el pensamiento y la cosmología de las religiones, a la vez que una fuente valiosa de información y mitos sobre los cultos que emplearon plantas visionarias,.



Historia de las creencias y las ideas religiosas (Vol II). De Gautama Buda al triunfo del cristianismo

Historia de las creencias y las ideas religiosas (Vol II). De Gautama Buda al triunfo del cristianismo

Segundo volumen de la magna obra de Eliade. Abarca desde los orígenes del budismo a la consolidación del cristianismo en el siglo cuarto. Entre ambos: taoísmo y Confucio, el yoga en la India, religiones romanas, celtas y germánicas, Pitágoras y el orfismo, Gnosis... Escrito con pasión, se lee como una novela de gran sabiduría y alto contenido didáctico.



Historia de las creencias y las ideas religiosas (Vol III). De Mahoma a la era de las reformas

Historia de las creencias y las ideas religiosas (Vol III). De Mahoma a la era de las reformas

Vista de pájaro sobre el mundo religioso del segundo milenio: desde el chamanismo euroasiático, que ha pervivido hasta el siglo XX, hasta las religiones tibetanas (Bon, lamaísmo), pasando por el Islam, el cristianismo y el judaísmo medievales, tanto en su rama teológica como en la mística: la cábala, el sufismo, la mística, así como los movimientos heréticos.



La prueba del laberinto. Autobiografía de Mircea Eliade

La prueba del laberinto. Autobiografía de Mircea Eliade

Autobiografía de Mircea Eliade, el gran historiador de las religiones. Desarrollado en forma de entrevista, en este libro se cubren las diferentes etapas de su vida y de su obra. Muy interesante para comprender el trabajo del autor así como determinados aspectos de su vida que influyeron en en su obra…



Nacimiento y renacimiento. Significado de la iniciación en la cultura humana

Nacimiento y renacimiento. Significado de la iniciación en la cultura humana

Un claro y diáfano estudio sobre el significado de los ritos de iniciación en las culturas humanas (desde el chamanismo a las sociedades secretas, pasando por los rituales en diversas religiones). Excelente también para contraponer nuestra sociedad, lineal, técnica y progresista, a la concepción cíclica de la existencia de otras culturas.



Patañjali y el yoga

Patañjali y el yoga

Tratado sobre el los orígenes del yoga y sus concepciones filosóficas. Su autor es una de las mayores autoridades en occidente sobre esta disciplina (pasó varios años en la India estudiando sánscrito y practicando yoga en los Himalayas). Por lo demás, es un texto perfectamente legible, pero también denso y 'elevado'.



Técnicas del yoga

Técnicas del yoga

Este es el último libro que Mircea Eliade escribió sobre el yoga (el primero fue su tesis doctoral, que escribió después de estar cuatro años en la India estudiando sánscrito y practicando yoga en los Himalayas). Es un libro ameno y completo, enfocado a estudiar la unidad subyacente de las diversas escuelas de yoga en el hinduismo, el budismo y el tantrismo.



Tratado de Historia de las Religiones. Morfología y dialéctica de lo sagrado

Tratado de Historia de las Religiones. Morfología y dialéctica de lo sagrado

Este es uno de los mejores libros de Eliade, y en cierta manera es el complemento adecuado a su monumental Historia de las creencias y las ideas religiosas. En él se estudian el simbolismo de los elementos sagrados básicos: los dioses, la simbología lunar, la fertilidad, el templo, las hierofanías, la vegetación, el tiempo cíclico, la vegetación o el árbol sagrado...


martes, 3 de noviembre de 2009

Al fin y al cabo, Somos energía

De las actividades diarias…

¿Cuáles son las que me cargan de energía?

¿En que invierto la que obtuve?

¿En qué la malgasto?

Gestionar eficazmente la energía es fortaleza, equilibrio y salud. Eso pasa por dedicarla a acciones que sintonicen con nuestros talentos naturales y nuestros destinos conscientes.

“Antes de nacer fuimos algo, como algo seremos después de morir. Ese algo supone una energía que nos hace nacer con una misión determinada. Nacemos con un destino pero hay otro que nos creamos con nuestras acciones.”
Alejandro Jodorowsky

jueves, 27 de agosto de 2009

De la imperfección de la belleza

Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaban a los extremos de un palo que él llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua hasta el final del largo camino desde el arroyo hasta la casa del patrón.Cuando llegaba el cargador, la vasija rota tenía la mitad del agua. Durante dos años esto sucedió diariamente. Desde luego, la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía infalible para los fines que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su imperfección y se sentía miserable, porque solo podía hacer la mitad de lo que se suponía era su obligación.

Un día, la tinaja quebrada le habló al aguador diciéndole: “Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo, porque debido a mis grietas solamente puedes entregar la mitad de mi carga y solo obtienes la mitad del valor que deberías recibir”. El aguador le dijo compasivamente: “Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino”. Así lo hizo la tinaja. Vio muchísimas flores. Pero no dejó de sentirse apenada. El aguador le dijo entonces: “¿Te diste cuenta que las flores solo crecen a tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado. Por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi maestro. Si no fueras exactamente como eres, con todos tus defectos, no hubiera sido posible crear tanta belleza”.

martes, 25 de agosto de 2009

Cambiar el punto de vista


"Si nos vemos desde un punto de vista Universal, cesan todos los problemas".

Un anciano maestro Hindú se cansó de las quejas de su aprendiz así que, una mañana, le envió por algo de sal. Cuando el aprendiz regresó, el maestro dijo al joven infeliz que pusiera el puñado de sal en un vaso de agua y luego se la bebiera.

-“¿A qué sabe?” preguntó el maestro.

-“Amargo,” escupió el aprendiz.

El maestro rió entre dientes y entonces le pidió al joven tomar la misma cantidad de sal en la mano y ponerla en el lago. Los dos caminaron en silencio al lago cercano y una vez que el muchacho lanzó al agua su manotada de sal el viejo le dijo: “Ahora bebe del lago.”

En cuanto el agua se escurría por la quijada del joven, el maestro le preguntó: “¿A qué sabe?”

-“Fresca,” comentó el aprendiz.

-“¿Te supo a sal?”

-“No,” dijo el joven.

En esto el maestro se sentó al lado de este chico que le recordaba a sí mismo y le tomó sus manos:

“El dolor de la vida es pura sal; ni más, ni menos. La cantidad de dolor en la vida permanece exactamente la misma. Sin embargo la cantidad de amargura que probamos depende del recipiente en que ponemos la pena. Así que cuando estás con dolor, la única cosa que puedes hacer es agrandar tu sentido de las cosas. Deja de ser un vaso. Conviértete en un lago.”


domingo, 9 de agosto de 2009

Carl Jung: La sincronicidad


A través de los años los teóricos han discutido ampliamente si los procesos psicológicos se establecen a partir de modelos mecanicistas o teleológicos. El mecanicismo es la idea de que las cosas funcionan a través de un proceso de causa-efecto. Una cosa lleva a otra, y esa otra a una siguiente y así sucesivamente, por lo que el pasado determina al presente. La teleología es la idea que defiende que somos guiados por nuestros propósitos, significados, valores y demás. El mecanicismo está asociado al determinismo y las ciencias naturales; la teleología está relacionada con el libre albedrío y se considera en la actualidad una postura un tanto rara. Es todavía común en filósofos moralistas, legalistas y religiosos y, por supuesto también, en algunos teóricos de la personalidad.


Con respecto a los autores que revisamos en este libro, los freudianos y los conductuales tienden a ser mecanicistas, mientras que los neofreudianos, humanistas y existencialistas tienden a la postura teleológica. Jung cree que ambos juegan algún papel, pero añade una última alternativa ideológica llamada sincronicidad.

La sincronicidad supone la ocurrencia de dos eventos que no están asociados ni causalmente ni teleológicamente, más sin embargo tienen una relación significativa. Una vez, un paciente me describía un sueño con un escarabajo y justo en ese momento, por la ventana del despacho pasó volando un escarabajo muy similar al que describía en su sueño. Muchas veces, las personas soñamos con, digamos, la muerte de un ser querido y a la mañana siguiente nos encontramos con la muerte real de esa persona y que murió más o menos a la hora en que lo soñamos. Algunas veces, cogemos el teléfono para llamar a un amigo y nos encontramos con él en la línea al levantar el auricular. La mayoría de los psicólogos llamarían a estas situaciones coincidencias o intentan demostrarnos lo frecuentes que son. Jung creía que estas situaciones eran indicativas de cómo nos interconectamos los seres humanos con la naturaleza en general a través del inconsciente colectivo.

Jung nunca se aclaró con respecto a sus creencias religiosas, pero esta idea inusual de sincronicidad la hallamos fácilmente explicada en la perspectiva hindú de la realidad. Desde este punto de vista, nuestros Yo individuales son como islas en el mar. Estamos acostumbrados a ver el mundo y a los demás como entes individuales y separados. Lo que no vemos es que estamos conectados entre nosotros por medio del suelo marino que subyace a las aguas.

El otro mundo es llamado maya, que significa ilusión y se considera un sueño de Dios o como un baile de Dios; esto es, Dios lo ha creado, pero no es real en sí mismo. Nuestros Yo individuales reciben el nombre de jivatman o almas individuales, siendo también algo parecido a una ilusión. Todos nosotros somos extensiones del único y supremo Atman o Dios, el cual se permite olvidarse un poco de su identidad para volverse aparentemente separado e independiente volviéndose cada uno de nosotros. Pero de hecho, nunca estamos separados del todo. Cuando morimos, nos despertamos siendo lo que realmente fuimos desde el principio: Dios.

Cuando soñamos o meditamos, nos metemos dentro de nuestro inconsciente personal, acercándonos cada vez más a nuestra esencia: el inconsciente colectivo. Es precisamente en estos estados cuando somos más permeables a las “comunicaciones” de otros Yo. La sincronicidad hace de la teoría de Jung una de las pocas que no solo es compatible con los fenómenos parapsicológicos, sino que incluso intenta explicarlos.

jueves, 6 de agosto de 2009

Reflexiones de Alejandro Jodorowsky


Me gusta desarrollar mi conciencia
para comprender
por qué estoy vivo
qué es mi cuerpo
y qué debo hacer para cooperar con los designios del universo

No me gusta la gente que acumula datos inútiles
y se crea conductas postizas plagiadas de personalidades importantes

Me gusta respetar a los otros
no por las desviaciones narcisistas de su personalidad
sino por su desarrollo interno

No me gusta la gente
cuya mente no sabe descansar en silencio
cuyo corazón critica a los otros sin cesar
cuyo sexo vive insatisfecho
cuyo cuerpo se intoxica sin saber agradecer estar vivo

Cada segundo de vida es un regalo sublime

Me gusta envejecer
porque el tiempo disuelve lo superfluo
y conserva lo esencial

No me gusta la gente
que por amarras infantiles a mentiras
las convierte en supersticiones

No me gusta que haya un papa
que predica sin compartir su alma
con una papisa

No me gusta que la religión
esté en manos de hombres
que desprecian a las mujeres

Me gusta colaborar
y no competir

Me gusta descubrir
en cada ser
esa joya eterna
que podríamos llamar
DIOS INTERIOR

No me gusta el arte
que diviniza el ombligo de quien lo practica

Me gusta el arte que sirve para sanar

No me gustan los tontos graves

Me gusta todo aquello que provoca la risa

Me gusta enfrentar,
voluntariamente,
mi sufrimiento
con el objeto de expandir
mi conciencia


jueves, 2 de julio de 2009

Erich Fromm


EL AMOR, LA RESPUESTA AL PROBLEMA DE LA EXISTENCIA HUMANA

"Cualquier teoría del amor debe comenzar con una teoría del hombre, de la existencia humana. Si bien encontramos amor, o más bien, el equivalente del amor, en los animales, sus afectos constituyen fundamentalmente una parte de su equipo instintivo, del que sólo algunos restos operan en el hombre. Lo esencial en la existencia del hombre es el hecho de que ha emergido del reino animal, de la adaptación instintiva, de que ha trascendido la naturaleza -si bien jamás la abandona y siempre forma parte de ella- y, sin embargo, una vez que se ha arrancado de la naturaleza, ya no puede retornar a ella, una vez arrojado del paraíso -un estado de unidad original con la naturaleza- querubines con espadas flameantes le impiden el paso si trata de regresar. El hombre sólo puede ir hacia adelante desarrollando su razón, encontrando una nueva armonía humana en reemplazo de la prehumana que está irremediablemente perdida. Cuando el hombre nace, tanto la raza humana como el individuo, se ve arrojado de una situación definida, tan definida como los instintos, hacia una situación indefinida, incierta, abierta. Sólo existe certeza con respecto al pasado, y con respecto al futuro, la certeza de la muerte".

"El hombre está dotado de razón, es vida consciente de sí misma; tiene conciencia de sí mismo, de sus semejantes, de su pasado y de las posibilidades de su futuro. Esa conciencia de sí mismo como una entidad separada, la conciencia de su breve lapso de vida, del hecho de que nace sin que intervenga su voluntad y ha de morir contra su voluntad, de que morirá antes que los que ama, o éstos antes que él, la conciencia de su soledad y su «separatidad» *, de su desvalidez frente a las fuerzas de la naturaleza y de la sociedad, todo ello hace de su existencia separada y desunida una insoportable prisión. Se volvería loco si no pudiera liberarse de su prisión y extender la mano para unirse en una u otra forma con los demás hombres, con el mundo exterior".

"La vivencia de la separatidad provoca angustia; es, por cierto, la fuente de toda angustia. Estar separado significa estar aislado, sin posibilidad alguna para utilizar mis poderes humanos. De ahí que estar separado signifique estar desvalido, ser incapaz de aferrar el mundo -las cosas y las personas- activamente; significa que el mundo puede invadirme sin que yo pueda reaccionar. Así, pues, la separatidad es la fuente de una intensa angustia. La necesidad más profunda del hombre es, entonces, la necesidad de superar su separatidad, de abandonar la prisión de su soledad. El fracaso absoluto en el logro de tal finalidad significa la locura, porque el pánico del aislamiento total sólo puede vencerse por medio de un retraimiento tan radical del mundo exterior que el sentimiento de separación se desvanece -porque el mundo exterior, del cual se está separado, ha desaparecido-".

"El hombre -de todas las edades y culturas- enfrenta la solución de un problema que es siempre el mismo: el problema de cómo superar la separatidad, cómo lograr la unión, cómo trascender la propia vida individual y encontrar compensación. El problema es el mismo para el hombre primitivo que habita en cavernas, el nómada que cuida de sus rebaños, el pastor egipcio, el mercader fenicio, el soldado romano, el monje medieval, el samurai japonés, el empleado y el obrero modernos. El problema es el mismo, puesto que surge del mismo terreno: la situación humana, las condiciones de la existencia humana. La respuesta varía. La solución puede alcanzarse por medio de la adoración de animales, del sacrificio humano o las conquistas militares, por la complacencia en la lujuria, el renunciamiento ascético, el trabajo obsesivo, la creación artística, el amor a Dios y el amor al Hombre. Y si bien las respuestas son muchas -su crónica constituye la historia humana- no son, empero, innumerables. Por el contrario, en cuanto se dejan de lado las diferencias menores, que corresponden más a la periferia que al centro, se descubre que el hombre sólo ha dado un número limitado de respuestas, y que no pudo haber dado más, en las diversas culturas en que vivió. La historia de la religión y de la filosofía es la historia de esas respuestas, de su diversidad, así como de su limitación en cuanto al número".

"Las respuestas dependen, en cierta medida, del grado de individualización alcanzado por el individuo.[...] De manera similar, la raza humana, en su infancia, se siente una con la naturaleza. El suelo, los animales, las plantas, constituyen aún el mundo del hombre, quien se identifica con los animales, como lo expresa el uso que hace de máscaras animales, la adoración de un animal totémico o de dioses animales. Pero cuanto más se libera la raza humana de tales vínculos primarios, más intensa se torna la necesidad de encontrar nuevas formas de escapar del estado de separación".


"Una de las causas del desarrollo neurótico puede radicar en que el niño tiene una madre amante, pero demasiado indulgente o dominadora, y un padre débil e indiferente. En tal caso, puede permanecer fijado a una temprana relación con la madre, y convertirse en un individuo dependiente de la madre, que se siente desamparado, posee los impulsos característicos de la persona receptiva, es decir, de recibir, de ser protegido y cuidado, y que carece de las cualidades paternas -disciplina, independencia, habilidad de dominar la vida por sí mismo-. Puede tratar de encontrar «madres» en todo el mundo, a veces en las mujeres y a veces en los hombres que ocupan una posición de autoridad y poder. Si, por el contrario, la madre es fría, indiferente y dominadora, puede transferir la necesidad de protección materna al padre y a subsiguientes figuras paternas, en cuyo caso el resultado final es similar al caso anterior, o se convierte en una persona de orientación unilateralmente paterna, enteramente entregado a los principios de la ley, el orden y la autoridad, y carente de la capacidad de esperar o recibir amor incondicional. Ese desarrollo se ve intensificado si el padre es autoritario y, al mismo tiempo, muy apegado al hijo. Lo característico de todos esos desarrollos neuróticos es el hecho de que un principio, el paterno o el materno, no alcanza a desarrollarse, o bien -como ocurre en muchas neurosis serias que los papeles de la madre y el padre se tornan confusos tanto en lo relativo a las personas exteriores como a dichos papeles dentro de la persona. Un examen más profundo puede mostrar que ciertos tipos de neurosis, las obsesivas, por ejemplo, se desarrollan especialmente sobre la base de un apego unilateral al padre, mientras que otras, como la histeria, el alcoholismo, la incapacidad de autoafirmarse y de enfrentar la vida en forma realista, y las depresiones, son el resultado de una relación centrada en la madre".

"El amor erótico es el anhelo de fusión completa, de unión con una única persona. Por su propia naturaleza, es exclusivo y no universal; es también, quizá, la forma de amor más engañosa que existe. En primer lugar, se lo confunde fácilmente con la experiencia explosiva de «enamorarse», el súbito derrumbe de las barreras que existían hasta ese momento entre dos desconocidos. Pero, como señalamos antes, tal experiencia de repentina intimidad es, por su misma naturaleza, de corta duración. Cuando el desconocido se ha convertido en una persona íntimamente conocida, ya no hay más barreras que superar, ningún súbito acercamiento que lograr. Se llega a conocer a la persona «amada» tan bien como a uno mismo. O, quizá, sería mejor decir tan poco. Si la experiencia de la otra persona fuera más profunda, si se pudiera experimentar la infinitud de su personalidad, nunca nos resultaría tan familiar -y el milagro de salvar las barreras podría renovarse a diario-. Pero para la mayoría de la gente, su propia persona, tanto como las otras, resulta rápidamente explorada y agotada. Para ellos, la intimidad se establece principalmente a través del contacto sexual. Puesto que experimentan la separatidad de la otra persona fundamentalmente como separatidad física, la unión física significa superar la separatidad. Existen, además, otros factores que para mucha gente significan una superación de la separatidad. Hablar de la propia vida, de las esperanzas y angustias, mostrar los propios aspectos infantiles, establecer un interés común frente al mundo -se consideran formas de salvar la separatidad-. Aun la exhibición de enojo, odio, de la absoluta falta de inhibición, se consideran pruebas de intimidad, y ello puede explicar la atracción pervertida que sienten los integrantes de muchos matrimonios que sólo parecen íntimos cuando están en la cama o cuando dan rienda suelta a su odio y a su rabia recíprocos. Pero la intimidad de este tipo tiende a disminuir cada vez más a medida que transcurre el tiempo. El resultado es que se trata de encontrar amor en la relación con otra persona, con un nuevo desconocido. Este se transforma nuevamente en una persona «íntima», la experiencia de enamorarse vuelve a ser estimulante e intensa, para tornarse otra vez menos y menos intensa, y concluye en el deseo de una nueva conquista, un nuevo amor -siempre con la ilusión de que el nuevo amor será distinto de los anteriores-. El carácter engañoso del deseo sexual contribuye al mantenimiento de tales ilusiones".

"El deseo sexual tiende a la fusión -y no es en modo alguno sólo unpetito físico, el alivio de una tensión penosa-. Pero el deseo sexual puede ser estimulado por la angustia de la soledad, por el deseo de conquistar o de ser conquistado, por la vanidad, por el deseo de herir y aun de destruir, tanto como por el amor. Parecería que cualquier emoción intensa, el amor entre otras, puede estimular y fundirse con el deseo sexual. Como la mayoría de la gente une el deseo sexual a la idea del amor, con facilidad incurre en el error de creer que se ama cuando se desea físicamente. El amor puede inspirar el deseo de la unión sexual; en tal caso, la relación física hállase libre de avidez, del deseo de conquistar o ser conquistado, pero está fundido con la ternura. Si el deseo de unión física no está estimulado por el amor, si el amor erótico no es a la vez fraterno, jamás conduce a la unión salvo en un sentido orgiástico y transitorio. La atracción sexual crea, por un momento, la ilusión de la unión, pero, sin amor, tal «unión» deja a los desconocidos tan separados como antes -a veces los hace avergonzarse el uno del otro, o aun odiarse recíprocamente, porque, cuando la ilusión se desvanece, sienten su separación más agudamente que antes-. La ternura no es en modo alguno, como creía Freud, una sublimación del instinto sexual; es el producto directo del amor fraterno, y existe tanto en las formas físicas del amor, como en las no físicas".

Fragmentos de libro "El arte de amar" de Erich Fromm

jueves, 7 de mayo de 2009

Marsilio Ficino: Carta sobre el tiempo


“El tiempo debiera emplearse parcamente”
Carta de Marsilio Ficino a Lorenzo de Medici (carta 82: “Tempus parce expendendum”)
The Letters of Marsilio Ficino, volume I, Shepheard-Walwyn, 1975, pp. 130-132


Marsilio Ficino al magnánimo Lorenzo de Medici: saludos.

Mil saludos a tí, mi salvador después de Dios. En cuanto mi mano puede levantar un lápiz considero errado escribirle a nadie antes de hacerlo a mi único patrono. ¿Sobre qué, entonces, estoy más capacitado para escribir?

Durante mi enfermedad, Lorenzo, nada afligía a mi alma tan amargamente como el recuerdo del tiempo desaprovechado, y nada me consolaba salvo el recuerdo de aquellas cosas de las que había aprendido algo. Pues la divina alma se deleita sólo en el divino alimento de la verdad, por la cual se nutre y fortalece. Pues el resto, la trivialidad de fugaces menudencias, no satisface al alma inmortal, que por inclinación natural exige lo eterno e ilimitado. Te suplico por tanto, amado patrono, mediante Dios eterno, que pases los momentos más preciosos del tiempo, breve como es, cauta y sabiamente, para que no tengas nunca ocasión de arrepentirte en vano de tu prodigalidad y despilfarro irreparable. El tiempo perdido hacía llorar a Teofrasto cuando tenía ya ochenta años. El tiempo perdido, hacía que con frecuencia en mi presencia el gran Cósimo suspirara profundamente cuando tenía más de setenta.

Te ruego, antepone a las necias preocupaciones, pasatiempos vacíos y actividad innecesaria aquél dicho socrático: ‘Marchaos, enemigos impíos! Marchaos de una vez, ladrones de mi alma, para que no caiga cautivo el hombre nacido para gobernar’. Libérate, te ruego, de este miserable cautiverio mientras puedas; pero sólo puedes hacerlo hoy: por primera vez independízate hoy. Créeme, no es sabio decir “viviré”; mañana es demasiado tarde para vivir; vive hoy. Lo que pido, Lorenzo, es fácil. Pasar una hora rectamente y con utilidad no es difícil; usa bien, te ruego, una hora cada día para alimentar la mente en estudios liberales, y ese poquito tiempo vívelo provechosamente para tí mismo. Y el resto, si deseas, vívelo para otros. Como sabes, con frecuencias deberías vivir para otros si deseas vivir para tí mismo. Pero haz ambas cosas, por amor de Dios... Mas no me hagas más promesas para mañana; prometiendo lo que no tienes ni sabes si tendrás. Si sólo comieras o bebieras mañana, mi amigo, ¿no estarías muerto en tres días? Deja que este mañana muera hoy, déjalo morir de una vez, no sea que tú mismo mueras; nada es más falso que este mañana, que ha engañado a todos los hombres que la tierra ha engendrado...

Empero, no es a Lorenzo a quien advierto tanto como a Marsilio y a los otros mortales. Todos nos afanamos amargamente bajo la enfermedad del “Déjalo para mañana”. Apenas si tenemos el momento presente, pues lo asimos tan ligeramente, que no tenemos el poder de retenerlo aunque sea por un momento. Pero el futuro es nada; por consiguiente ningún hombre lo posee. ¡Oh criaturas necias, lastimosas! Ponemos nuestras esperanzas en nada, y derrochamos siempre el tesoro que poseemos. Y queremos usar al máximo lo que no poseemos en absoluto! Así estamos enfermos hasta el punto casi de la destrucción. Por lo tanto no debiéramos llamar a Galeno o Hipócrates, sino más bien a Esculapio y a Apolo. A Dios (adiós) hoy: si cuentas con el bienestar de mañana, nunca estarás bien!...
Confía sólo en Dios, Lorenzo; también yo confío en Dios. Una vez más adiós.

miércoles, 28 de enero de 2009

La parábola del coche de carruajes

He aquí un coche de carruajes a la carrera, arrastrado por cuatro briosos corceles. El dueño está alojado dentro del coche y se ha dormido. El lacayo, que está sentado en el cabestrante, se ha emborrachado. Nadie controla las riendas y gobierna a los caballos. Finalmente, el carruaje se precipita al abismo.

Vamos a relacionar esta parábola con el sistema de Alejandro Jodorowsky:

Esos cuatro caballos deberían avanzar en la misma dirección, guiados por el conductor del carruaje, que no tiene consciencia porque está borracho o lo que es lo mismo: ausente. Recordemos las funciones básicas de cada uno de esos cuatro corceles:
-Uno se encarga de la vida intelectual, los pensamientos…
-Otro está encargado de los sentimientos y emociones…
-Un tercer caballo nos conecta con el sexo, con la creatividad y con los deseos…(escribir sobre este caballo es el objeto de este trabajo)
-El último es el encargado de las necesidades corporales y materiales…
Volviendo sobre el carruaje, si cada uno de ellos avanza en una dirección diferente acabaremos desmembrados, o lo que es lo mismo, en el abismo.

Despertar al conductor es la solución, ya que con las riendas ejercería de puente entre los cuatro caballos y podría guiarlos. Ese conductor es el alma (Yo superior) y cuando la desarrollamos podemos conectar con el dueño dormido del carruaje, (Yo esencial) que tiene a su disposición al inconsciente y al supraconsciente.

El inconsciente nos puede ayudar de muchas maneras: con sueños, gente que nos hace regalos, nos manda mensajes en las formas más inesperadas. La meditación es una forma de acceder a ese manantial de riqueza interior.
El supraconsciente es un lugar luminoso que simboliza el futuro. Es el lugar donde está la programación del Universo. Si sólo miramos hacia allí, lo que hacemos es acumular: conocimientos, emociones, deseos y posesiones. Vivimos hacia el exterior

Si tenemos el conductor despierto (Yo superior), podemos sin peligro absorber los mensajes que vienen del dueño del carruaje o (Yo esencial) y convertir al inconsciente y al supraconsciente en nuestros aliados.

En ese momento nos hacemos más fuertes y al unir lo positivo con lo negativo viene la realización. Esta energía cuando está mal utilizada nos acaba destruyendo. Bien utilizada provoca dos ganadores y no un ganador y un perdedor.

El dueño del carruaje conecta con nuestro “Dios interior”. Debemos escucharlo y desobedecer a las leyes que nos inmovilizan. Nos conectamos con nosotros mismos siguiendo nuestras propias reglas y avanzamos sin miedo. Nuestro Dios interior jamás se puede equivocar.

Dice Jodorowsky que para lograr una conexión, tanto con el entorno como con nosotros mismos, tenemos que conocer los distintos planos del lenguaje. Cuando logramos que todo nuestro ser funcione en el mismo lenguaje, podemos sentirnos capaces de cambiar el mundo.

lunes, 26 de enero de 2009

Libertad y espontaneidad


Hemos visto que el individuo no puede soportar el aislamiento, a causa del cual la unidad del mundo se ha quebrado para él, sin tener ningún punto firme de orientación. Tanto el desamparo como la duda paralizan la vida, y de este modo el hombre, para vivir, trata de esquivar la libertad que ha logrado: la libertad negativa. Se ve así arrastrado hacia nuevos vínculos, diferentes de los vínculos primarios. La evasión de la libertad no le restituye la seguridad perdida, sino que únicamente lo ayuda a olvidarse de que constituye una entidad separada. Halla una nueva y frágil seguridad a expensas del sacrificio de la integridad de su yo individual; prefiere perder el yo porque no puede soportar su soledad. Así, la libertad, como libertad negativa, conduce hacia nuevas cadenas. El proceso del desarrollo de la libertad no constituye un círculo vicioso; el hombre puede ser libre sin hallarse solo, crítico, sin henchirse de dudas, independiente, sin dejar de formar parte integrante de la humanidad. Esta libertad el hombre puede alcanzarla realizando su yo, siendo lo que realmente es. La libertad positiva consiste en la actividad espontánea de la personalidad total integrada. La actividad espontánea tan sólo es posible si el hombre no reprime partes esenciales de su yo, si llega a ser transparente para sí mismo y si las distintas esferas de la vida han alcanzado una integración fundamental. La espontaneidad es un fenómeno relativamente raro en nuestra cultura, aunque no carecemos completamente de ella (por ejemplo los artistas son capaces de expresarse espontáneamente, también los niños; incluso podemos percibir en nosotros mismos por lo menos algún momento de espontaneidad). La actividad espontánea es el único camino por el cual el hombre puede superar el terror de la soledad sin sacrificar la integridad del yo; puesto que en la espontánea realización del yo es donde el individuo vuelve a unirse con el hombre, con la naturaleza, con sí mismo.El yo es fuerte en la medida en que es activo. Aquellas cualidades que surgen de nuestra actividad espontánea dan fuerza al yo y constituyen la base de su integridad. La incapacidad para obrar con espontaneidad, para expresar lo que verdaderamente uno siente y piensa, y la necesidad consecuente de mostrar a los otros y a uno mismo un pseudoyo, constituyen la raíz de los sentimientos de inferioridad y debilidad. Todo ello significa que lo importante aquí es la actividad como tal, el proceso y no sus resultados; en nuestra cultura es justamente lo contrario lo que se acentúa más. 
Si el individuo realiza su yo por medio de la actividad espontánea y se relaciona de 
este modo con el mundo, deja de ser un átomo aislado; él y el mundo se transforman en un todo estructural; disfruta así de un lugar legítimo y con ello desaparecen sus dudas respecto de sí mismo y del significado de su vida: cuando logra vivir, no ya de manera compulsiva o automática, sino espontáneamente, entonces sus dudas desaparecen. Es entonces cuando aumentará su fuerza como individuo, así como su seguridad. Ésta, sin embargo, difiere de aquélla que caracteriza el estado preindividual, del mismo modo como su nueva forma de relacionarse con el mundo es distinta de la de los vínculos primarios. Esta nueva seguridad no se halla arraigada en la protección que el individuo recibe de parte de algún poder superior extraño a él; la nueva seguridad es dinámica, no se basa en la protección, sino en la actividad espontánea del hombre: es la seguridad que solamente la libertad puede dar, que no necesita de ilusiones, porque ha eliminado las condiciones que origina tal necesidad. La libertad positiva como realización del yo implica la afirmación plena del carácter único del individuo. Todos los hombres nacen iguales pero también nacen distintos. Este respeto por el carácter único de la personalidad, unido al afán de perfeccionarla, constituye el logro más valioso de la cultura humana y representa justamente lo que hoy se halla en peligro. 
El carácter único del yo no contradice de ningún modo el principio de igualdad. La tesis de que todos los hombres nacen iguales implica que todos ellos participan de las mismas calidades humanas fundamentales, que comparten el destino esencial de todos los seres humanos, que poseen por igual el mismo inalienable derecho a la felicidad y a la libertad. 
Lo que el concepto de igualdad no significa es que todos los hombres sean iguales. Tal noción se deriva de la función que los individuos desempeñan actualmente en la vida económica. En ella un hombre no es distinto de otro; pero sí lo es como persona real, y cultivar el carácter único de cada cual constituye la esencia de la individualidad. 
La libertad positiva implica también el principio de que no existe poder superior al del yo individual, que el hombre representa el centro y el fin de la vida; el desarrollo y la realización de la individualidad constituyen un fin que no puede ser nunca subordinado a propósitos a los que se atribuyen una dignidad mayor. Pero decir que el hombre no debiera sujetarse a nada superior a él mismo no implica negar la dignidad de los ideales. 
Los ideales genuinos tienen en común que expresan el deseo de algo que todavía no se ha realizado, pero que es deseable para el desarrollo y la felicidad del individuo. En cambio, los ideales ficticios son aquellos fines compulsivos e irracionales que, si bien subjetivamente representan experiencias atrayentes (como la sumisión) en realidad resultan perjudiciales para la vida. 
Ahora bien: si se les permite a los individuos obrar libremente en el sentido de la espontaneidad, si los hombres no reconocen autoridad superior alguna a la de ellos mismos, ¿no surgirá inevitablemente la anarquía? Si se frustra la vida, si el individuo se ve aislado, abrumado por las dudas y los sentimientos de soledad e impotencia, entonces surge un impulso de destrucción, un anhelo de sumisión o de poder. Si la libertad humana se establece como libertad positiva, si el hombre puede realizar su yo plenamente y sin limitaciones, habrán desaparecido las causas fundamentales de sus tendencias impulsivas asociales.