martes, 21 de octubre de 2008

NIALL FERGUSON: LA GUERRA DEL MUNDO


El siglo XX se abrió con la promesa de los mayores avances científicos y tecnológicos de la historia de la humanidad. Sin embargo, pronto se convirtió en el más sangriento de la historia. ¿Cómo explicar la intensidad y alcance de la violencia desatada en lo que fue realmente una «guerra del mundo»?

Niall Ferguson aborda en su libro más ambicioso hasta la fecha la respuesta a esta pregunta, la paradoja fundamental de esta «Edad del Odio» de la historia, que asoló ciudades y exterminó a millones de personas mientras el nivel de vida de gran parte de la población mundial mejoraba imparablemente. Con su característica brillantez, rigor y originalidad, La guerra del mundo explica cuál fue el problema de la modernidad en un viaje que le lleva de la estepa siberiana a las playas de Okinawa, de las llanuras polacas a los cementerios de Guatemala y de las calles de Sarajevo a los campos de exterminio de Camboya. Con su habitual combinación de historia, economía y nuevas perspectivas, Ferguson nos ofrece una revolucionaria reinterpretación de la historia contemporánea y arroja nueva luz sobre el eterno conflicto entre este y oeste.

Niall Ferguson, considerado por la crítica especializada uno de los historiadores más brillantes del mundo anglosajón, es profesor de historia financiera en la Stern School of Business de la Universidad de Nueva York, profesor e investigador en el Jesus College de Oxford e investigador en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Es autor, entre otras obras, de Dinero y poder en el mundo moderno, Coloso e El imperio británico. Debate publicará próximamente su esperado libro sobre la Segunda Guerra Mundial.

De la crítica del profesor Juan Avilés para El Cultural (12-7-2007) hemos seleccionado dos párrafos significativos:

En La guerra del mundo Ferguson ofrece un angustioso panorama de los horrores que se sucedieron en siglo XX, en el que la guerra, el terror totalitario y el genocidio causaron cerca de 200 millones de muertes, que se concentraron sobre todo en el período de las dos guerras mundiales. No es una lectura agradable, pero resulta apasionante. Junto a los episodios más conocidos, entre los que destaca el holocausto, Ferguson evoca otros menos presentes en la memoria colectiva, como el genocidio armenio perpetrado por los turcos durante la I Guerra Mundial o las atrocidades cometidas por las tropas japonesas tras la toma de Nankín en 1937. No trata tampoco de eludir las responsabilidades de los aliados, sobre todo por los masivos bombardeos de ciudades alemanes y japonesas en la II Guerra Mundial, aunque con buen criterio rechaza que se pueda establecer una equivalencia moral entre Auschwitz e Hiroshima. Y junto a las grandes matanzas resultan también inquietantes, por lo que sugieren respecto a la naturaleza humana, los testimonios que cita acerca de la facilidad con que soldados de naciones democráticas podían asesinar a prisioneros de guerra.

(...)

La profundidad analítica de La guerra del mundo no está sin embargo a la altura de su brío narrativo, pues resulta incompleta la discusión sobre los factores que condujeron a tales atrocidades. Ferguson alude a los odios étnicos –que hacen particularmente vulnerables a los territorios de población mixta–, a la inestabilidad económica –catalizadora de tensiones–, y al declive y caída de los imperios multiétnicos –como el ruso, el austro-húngaro y el otomano–. En cuanto al otro gran tema que aparece en el subtítulo del libro, el declive de Occidente, el enfoque de Ferguson resulta más tópico que convincente. Es cierto que las potencias europeas no dominan ya el mundo como hace un siglo y que las naciones occidentales representan un porcentaje declinante de la población mundial, pero más importante que eso me parece el extraordinario nivel de bienestar económico, de libertad, de respeto a la ley y de creatividad científica que Occidente ha alcanzado y que gradualmente se va extendiendo a otras regiones del mundo. ¿No es este el verdadero triunfo de Occidente?