LOS NIÑOS DE LA GUERRA
Los niños rusos, ucranianos y bielorrusos sufrieron en toda su intensidad la política de guerra quemada durante la II Guerra Mundial. Conflicto que fue especialmente cruento en el frente oriental donde se enfrentaban dos concepciones antagónicas pero que no dejaban de ser dos caras de una misma moneda; la falta de libertad del ser humano sujeto a los rigores de estados autoritarios. Niños con una infancia destrozada debido a la sin razón y la barbarie. La tímida apertura del régimen soviético a finales de los años 50 y principios de los 60 permitió plantear sucesos que había ocurrido durante la guerra, como la utilización de niños con fines militares..
Estos acontecimientos y el cuento "Iván" de Vladimir Bogomolov son la base para la primera película de Andrey Tarkovski. Muestra sabiamente el cambio que se produce en los ojos de un niño al perder su inocencia frente a la muerte y destrucción que cercenó la infancia del joven Iván. La película expone dos realidades contrapuestas: la visiones oníricas y poéticas de gran belleza visual a través de las ensoñaciones y recuerdos de Iván; la cruda realidad de la guerra que le obligará a madurar y que marcaran su destino trágico.
Porque Iván exterioriza su sufrimiento mostrando una gran tensión emocional. Según Tarkovski: “De hecho todos aquellos atributos de la niñez se habían ido irrecuperablemente de su vida, y lo único que, como un regalo didáctico de la guerra, había adquirido en lugar de lo que le habría pertenecido, se había concentrado y tensado en él hasta el extremo”. Por que esa infancia mutilada hace que estos niños lleguen a ser hombres sin haber sido niños y de ahí la dureza expresiva del rostro de Iván.
Las características que aparecerán en posteriores trabajos ya se aprecian en este film: el agua como elemento espiritual de ser humano, la naturaleza y su fuerza vital, las reflexiones sobre la vida, la realidad y los sueños.
Y Trakosky esculpe el tiempo con imágenes que retenemos en la memoria: el beso entre los abedules congelado en el tiempo es prodigioso y no se necesita decir más, pura emoción. Tarkovsky asegura: “En el cine no hay que explicar nada, sino remover directamente los sentimientos del espectador. Cuando la emoción se despierta, arrastra consigo a los pensamientos. En eso tenemos que aprender mucho de la poesía que, con muy pocas palabras, transmite una gran riqueza de contenidos emocionales.”
Película antibelicista y de gran belleza formal que nos recuerda otros conflictos no muy lejanos donde los niños dejan de serlo sin explicarles el por qué.
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