La palabra mandala proviene del sánscrito, y significa Círculo Sagrado. Es un símbolo sagrado de sanación, totalidad, unión, integración, el absoluto. Un mandala es básicamente un círculo, es la forma perfecta, y por ello representa el símbolo del cosmos y de la eternidad. Representa la creación, el mundo, Dios, el ser humano, la vida. Podríamos decir que todo en nuestra vida posee las formas del círculo. Desde el universo (el sol, la luna, los planetas) hasta el esquema de toda nuestra naturaleza, los árboles, las flores, etc. Todos siguen una línea circular. ¿Y que decir del átomo o la célula?. Todo lo que nos rodea tiene la forma de círculo. Que al mismo tiempo representan los ciclos infinitos de la vida. Si observamos nuestro cuerpo, nos daremos cuenta que todas nuestras formas son redondeadas, esto nos recuerda que somos sistemas dentro de sistemas, pertenecemos al Absoluto y el Absoluto está en nosotros.
Los mandalas han sido usado por los grupos espirituales desde hace mucho tiempo atrás. Observar o dibujar mandalas puede ayudar a curar la fragmentación psíquica y espiritual, también nos ayuda a manifestar nuestra energía creativa y a reconectarnos con nuestro Ser.
Un mandala puede variar en color y diseño, pero básicamente se conforma de un centro y los cuatro puntos cardinales.
Psicológicamente, los mandalas representan la totalidad de nuestro ser. Dado que reflejan la psique humana. Cada persona responde a ellos instintivamente, más allá de su edad, género, raza, cultura, etc.
Cuando nosotros trabajamos con los mandalas, es decir, si los dibujamos, si los pintamos, si caminamos sobre ellos etc. esto puede ser cómo un viaje hacia nuestra esencia, iluminando zonas del camino que hasta entonces habían permanecido obscuras y hasta ese momento ocultas, permitiendo que brote la sabiduría de nuestro inconsciente.
El mandala es una puerta hacia la zona más íntima del ser humano. Representa la condensación ordenante del universo. Mediante su diseño, contemplación y meditación el ser humano toma contacto con lo espiritual y se hace parte del todo armonioso, trascendiendo sus limitaciones presentes y las ataduras a su mundo material y conceptual.
Meditar con un Mandala
Los mandalas son útiles para la concentración, la atención, activación de la energía positiva, energetización de lugares, meditación profunda para elevar el nivel de conciencia, expander la capacidad de la mente y la memoria.
Dentro de una casa mejora la captación de energía y crea un ambiente de armonía y balance, también nos sirve para transmutar la energía negativa en positiva. Para la salud, nos protegerá de las energías negativas del entorno.
Los mandalas pueden ayudarte en el equilibrio de los chakras, en ese caso habrá que elegir el color adecuado dependiendo de la cualidad que se quiere trabajar. El mandala enviará impulsos a la mente interna llegando a los receptores del cerebro en donde se procesará y se obtendrá una reacción.
Nos ayuda a relajarnos y a encontrar la paz en medio de las dificultades, en un mundo tan complejo y conflictivo en el que muchas veces nos vemos instalados. En términos religiosos, el mandala representa el área sagrada dentro de la que pueden surgir experiencias espirituales. La experiencia de realizar un viaje espiritual en un lugar sagrado forma parte de una de las principales concepciones religiosas del budismo. Así el mandala es un símbolo de crecimiento espiritual cuyo punto central es la mente. La relación que se establece a través de la contemplación de la geometría del mandala incita a un estado de meditación que ayuda a explorar los rincones de la psique. Las mandales se describen como diagramas del cosmos en un sentido externo y en un sentido interno como guías hacia prácticas de meditación.
En los escritos sagrados del Tibet se dice que durante la meditación uno debe contemplarse a sí mismo y a todas las cosas como un mandala sagrado. La persona que está meditando tiene que situarse en el centro del mandala pensando que es como el buda y que se relaciona integralmente con el intrincado diseño del Universo. Se puede ver a estas imágenes como un diagrama cósmico que nos recuerda nuestra relación con el infinito, que el mundo se extiende más allá de nuestros cuerpos y mentes. Las cuatro puertas que rodean el mandala significan la habilidad de la espiritualidad para desplegarse desde el sitio sagrado hacia otros tiempos y espacios. Los mandalas simbolizan realidades materiales e inmateriales en todos los aspectos de la vida: los círculos celestiales que llamamos Tierra, Sol y Luna, así como círculos de amigos, familia y comunidad.
Significado de los Colores
Un mandala siempre va a ser positivo sea cual sea su color, pero resulta doblemente útil, cuando nosotros ya hemos localizado algún problema, y queremos atacarlo, entonces podríamos ayudarnos eligiendo algún color determinado, el cual actuaría de manera directa, acelerando el proceso.
Tabla de Colores
Rojo, Primer Chakra. Es el color del amor, la pasión, la sensualidad, la fuerza, resistencia, independencia, conquista, impulsividad, ira, y odio. Impulsa la fuerza vital a todo el cuerpo. Incrementa la confianza y seguridad en si mismo, permite controlar la agresividad y evitar querer dominar a los demás. En el aspecto físico proyecta energía la parte inferior del cuerpo, suministra fuerza a los órganos reproductores. Esencia de supervivencia.
Naranja, Segundo Chakra. Energía, optimismo, ambición, actividad, valor, confianza en si mismo, afán de prestigio, frivolidad. Fomenta la tolerancia para socializar y proyectarse con toda la gente. Incrementa la autoestima, ayuda a enfrentar todos los retos para la evolución de la persona. Enseña a utilizar los éxitos o fracasos como experiencias y aprendizajes. Propicia energía positiva para llevar a cabo los proyectos o las metas. En el aspecto físico proyecta energía al intestino delgado y colon, todos los procesos metabólicos y los ganglios linfáticos inferiores.
Amarillo, Tercer Chakra. Es la luz, el sol, alegría entendimiento, liberación, crecimiento, sabiduría, fantasía, anhelo de libertad, envidia, superficialidad. Ayuda liberar los miedos internos. Permite manejar con balance el ego, las desiluciones, todo lo que afecta emocionalmente. Ayuda a canalizar mejor la intelectualidad. En el aspecto físico proyecta energía al aparato digestivo, hígado, vesícula, páncreas, bazo,y riñones.
Verde Cuarto Chakra. Equilibrio, crecimiento, esperanza, perseverancia, voluntad, curación, integridad, bienestar, tenacidad, prestigio. Falta de sinceridad, ambición, poder. Proyecta tranquilidad y balance en lo sentimental. Permite expresar los sentimientos más libremente. Expande el amor interno hacia uno mismo y los demás. Ayuda a liberarse del apego a las posesiones o las falsas excusas. Es el filtro del equilibrio en todo el cuerpo. Ayuda a controlar el sentido de posesión y los celos. En el aspecto físico, proyecta energía vital al sistema circulatorio, cardiovascular, corazón.
Azul Quinto Chakra. Calma, paz, serenidad, seguridad, aburrimiento, paralización ingenuidad, vacío. Ayuda a exteriorizar lo que se lleva por dentro, permitiendo evolucionar a medida que se van dando cambios en la vida de la persona. Evita la frustración y la resistencia para comunicarse la gente, permite tener tolerancia a los pensamientos de los demás. En el aspecto físico proyecta energía a los pulmones, garganta, traquea, ganglios linfáticos superiores y ayuda a evitar las alérgicas y padecimientos de la piel.
Indigo Sexto Chakra. Ayuda a comunicarse con el ser interno, abriendo la intuición. Permite aprender a dejar fluir los mensajes del cerebro, conectando directamente a la inteligencia de la conciencia cósmica. Fomenta el control mental y expande los canales de recepción para percibir la verdad en cualquier cosa o nivel de vida. Estimula la confianza en ser guiado por su propio sentido interior. En el aspecto físico, proyecta energía vital al cerebro, sistema nervioso, sistema muscular y óseo.
Violeta Séptimo Chakra. Mística, magia, espiritualidad, transformación, inspiración. Pena, renuncia, melancolía. Proyecta el contacto del espíritu con la conciencia profunda del cosmos. Expande al poder creativo desde cualquier ángulo, música, pintura, poesía, arte, permitiendo a la persona expresar su visión de la realidad y su contacto con la fuente primordial, el creador del universo. Ayuda a no ser extremista o absolutista, con el fin de expanderse explorando las dimensiones de la imaginación y el conocimiento.
Rosa. Amistad, sociabilidad, comunicación, imaginación, humor, encanto, egoísmo, necesidad de reconocimiento. Envía estímulos de equilibrio total en todos los niveles. Amor universal, bondad. Paz interna, autovaloración. Equilibra las emociones, ayuda a liberar los resentimientos, el enojo, la culpa, los celos.
Si lo combinas con el verde o el azul, te ayudará a equilibrar el extremo feminismo y la cursilería. En el aspecto físico, proyecta energía al corazón y te ofrece una curación completa en todos los niveles a través del rayo rosa.
Como dibujar un mandala
Si nosotros queremos construir un mandala, debemos tener en cuenta su esquema básico: Un círculo y cuatro puntos cardinales.
Obviamente esta no es una regla estricta que no se pueda romper, también puede ser que en lugar de que su base sea un círculo puede ser un triángulo, un cuadrado, o un octágono.
A partir de ahí podemos diseñar nuestro mandala y esto ¡es cuestión de creatividad!; puedes decorarlo con imágenes místicas como el símbolo del ying-yang, una cruz, la estrella de David, lunas, estrellas, el sol, flores, aves, paisajes, nubes, figuras geométricas... en fin, busca los diseños que te proyecten paz y tranquilidad.
Como pintarlos:
Busca un lugar tranquilo, y observa detenidamente tu mandala, concéntrate en el, si después de observarlo por un largo rato notas que se mueve ¡es la energía que está en movimiento!.
Es conveniente empezar a pintarlo de afuera hacia adentro, esto nos representa el autoconocimiento de lo externo hacia nuestro centro, hacia nuestro interior. Decide la dirección en vas a pintarlo y trata de mantenerla.
Al elegir los colores puedes hacerlo de manera intuitiva ¡no importa que no combinen! de esta manera podrá descifrar tu estado de ánimo. También podrás hacerlo eligiendo los colores y trata de cambiar tu estado de ánimo de ésta manera.
Tal vez te de sueño en el proceso, si estabas tenso, el mandala está cumpliendo con la relajación, es normal, en este caso es preferible dejarlo ¡y disponte a dormir!.
Si no terminaste el mandala en ese momento, déjalo así, la próxima vez que quieras pintar uno, elige uno nuevo, con colores que vayan más acorde con tu estado de ánimo en ese momento.
Si quieres que el mandala te guíe para el auto-conocimiento, no pienses en formas ni colores, deja que solo te vaya guiando, haciendo lo que en ese momento de manera intuitiva te nazca.
Más allá de su definición como palabra, desde el punto de vista espiritual es un centro energético de equilibrio y purificación que ayuda a transformar el entorno y la mente.
También se le define como un sistema ideográfico contenedor de un espacio sagrado.
Los mandalas son utilizados desde tiempos remotos. Tienen su origen en la India y se propagaron en las culturas orientales, en las indígenas de América y en los aborígenes de Australia.
En la cultura occidental, fue Carl G. Jung, quien los utilizó en terapias con el objetivo de alcanzar la búsqueda de individualidad en los seres humanos.
Jung solía interpretar sus sueños dibujando un mandala diariamente, en esta actividad descubrió la relación que éstos tenían con su centro y a partir de allí elaboró una teoría sobre la estructura de la psique humana.
Según Carl Jung, los mandalas representan la totalidad de la mente, abarcando tanto el consciente como el inconsciente. Afirmó que el arquetipo de estos dibujos se encuentra firmemente anclado en el subconsciente colectivo.
Los mandalas también son definidos como un diagrama cosmológico que puede ser utilizado para la meditación. Consiste en una serie de formas geométricas concéntricas organizadas en diversos niveles visuales. Las formas básicas más utilizadas son: círculos, triángulos, cuadrados y rectángulos. Estas figuras pueden ser creadas en forma bidimensional o tridimensional; por ejemplo, en la India hay un gran número de templos realizados en forma de mandalas.
Los diseños son muy variados, pero mantienen características similares: un centro y puntos cardinales contenido en círculos y dispuestos con cierta simetría.
Según la Psicología, el mandala representa al ser humano. Interactuar con ellos te ayuda a curar la fragmentación psíquica y espiritual, a manifestar tu creatividad y a reconectarte con tu ser esencial. Es como comenzar un viaje hacia tu esencia, te abre puertas hasta ahora desconocidas y hace que brote tu sabiduría interior. Integrarlas a tu vida te dará centro y la sensación de calma en medio de las tormentas.
El trabajo de meditación con mandalas puede consistir en la observación o el dibujo de éstos. En el primer caso, con sólo sentarte en un lugar cómodo, lograr una respiración rítmica y profunda, y disponerte a observar algún mandala de tu elección, puede llevarte a un estado de relajación y te sentirás más alerta ante los hechos que suceden a tu alrededor. El proceso de observación puede durar entre tres y cinco minutos.
Se recomienda que si estás vinculándote con estas imágenes, comiences por pintarlas. Para ello, escoge un modelo que te inspire, selecciona los instrumentos (colores, marcadores, acuarelas, por ejemplo), y luego instálate en un sitio tranquilo. Puedes colocar música si lo deseas y comienza tu trabajo.
Hay técnicas variadas, todo dependerá del tu estado de ánimo y de lo que el mandala que desees pintar te transmita. Si crees que necesitas ayuda para exteriorizar tus emociones, puedes colorearlas de adentro hacia fuera; si por el contrario, quieres buscar tu centro, píntalas de afuera hacia adentro.
Este es un trabajo que puede hacer cualquier persona, sin importar su edad o religión. Es una práctica sencilla que redundará en beneficios personales y en la consecución del equilibrio interno.
Beneficios de dibujar o pintar mandalas
1) Comienzo de un trabajo de meditación activa.
2) Contacto con tu esencia.
3) Te expresarás mejor con el mundo exterior.
4) Ayuda a expandir tu conciencia.
5) Desarrollo de la paciencia.
6) Despertar de los sentidos. Ver lo que está a tu alrededor con otros ojos.
7) Empiezas a escuchar la voz de tu intuición.
8) Te aceptarás y te querrás más.
9) Te curarás física y psíquicamente.
Formas y sus significados
Los mandalas no son simples dibujos de colores. Todos los elementos que en ellos se integran tienen un significado. Conoce algunos de los más utilizados:
Círculo: movimiento. Lo absoluto. El verdadero yo.
Corazón: sol. Amor. Felicidad. Alegría. Sentimiento de unión.
Cruz: unión del cielo y la tierra. Vida y muerte. Lo consciente y lo inconsciente.
Cuadrado: procesos de la naturaleza. Estabilidad. Equilibrio.
Estrella: símbolo de lo espiritual. Libertad. Elevación.
Espiral: vitalidad. Energías curativas. Búsqueda constante de la totalidad.
Hexágono: unión de los contrarios.
Laberinto: implica la búsqueda del propio centro.
Mariposa: autorenovación del alma. Transformación y muerte.
Pentágono: silueta del cuerpo humano. Tierra, agua, fuego.
Rectángulo: estabilidad. Rendimiento del intelecto. La vida terrenal.
Triángulo: agua, inconsciente (hacia abajo); vitalidad, transformación (hacia arriba); agresión hacia uno mismo (hacia el centro)
¿Qué quieren decir los colores?
El uso de los colores en los mandalas también tiene un significado especial. Su uso está relacionado con el estado de ánimo de quien los pinta o dibuja. Descubre lo que esconde cada tonalidad:
Blanco: nada, pureza, iluminación, perfección.
Negro: muerte, limitación personal, misterio, renacimiento, ignorancia.
Gris: neutralidad, sabiduría, renovación.
Rojo: masculino, sensualidad, amor, arraigamiento, pasión.
Azul: tranquilidad, paz, felicidad, satisfacción, alegría.
Amarillo: sol, luz, jovialidad, simpatía, receptividad.
Naranja: energía, dinamismo, ambición, ternura, valor.
Rosa: aspectos femeninos e infantiles, dulzura, altruismo.
Morado: amor al prójimo, idealismo y sabiduría.
Verde: naturaleza, equilibrio, crecimiento, esperanza.
Violeta: música, magia, espiritualidad, transformación, inspiración.
Oro: sabiduría, claridad, lucidez, vitalidad.
Plata: capacidades extrasensoriales, emociones fluctuantes, bienestar.
El sofisticado arte de los mandalas
La arquitectura divina que muestran los mandalas tiene relación directa con la arquitectura terrenal de la tradición budista. En la antigua India los edificios religiosos están estructurados como hogares terrenales para deidades y como bases desde las cuales pueden generar entendimiento espiritual para guiar y enseñar a otros. Versiones en miniatura de templos, stupas y otros edificios funcionan como recordatorio de los lugares sagrados y como símbolos de la presencia de lo divino y la luz espiritual en el mundo de los humanos.
Las imágenes de los mandalas muestran mansiones divinas que contienen deidades (budas), rodeadas por jardines, montañas, lagos, árboles, y seres divinos, legendarios o históricos. Las fronteras de este universo están selladas contra toda influencia negativa por anillos de fuego. Estos mandalas de arquitecturas palaciegas generalmente consisten de un círculo interno que contiene a la (o las) deidad(es) principal(es), contenida(s) en un palacio cuadrado de varios niveles, con aperturas a los cuatro puntos cardinales. El palacio se sitúa en un círculo y fuera de éste pueden encontrarse figuras adicionales. Todas las deidades budistas están reunidas en clanes encabezados por cinco budas. Cada clan ejemplifica un tipo de sabiduría y está asociado con un cierto tipo de personalidad, con un ritual específico, con un color y se le asocia a uno de los cuatro puntos cardinales o el cenit . Cada objeto del palacio tiene un significado, representa algún aspecto de la sabiduría o recuerda al que medita de un principio que lo guía. Cada tipo de mandala enseña una lección distinta.
Cada figura en un mandala tiene varios propósitos: funcionan como una deidad específica, como una manifestación del poder de una deidad central, como un foco de visualización y meditación o como la expresión plástica del camino de progreso espiritual. Cada una juega varios papeles distintos durante los ritos y visualizaciones que presume un diálogo entre la deidad que se encuentra en el corazón del mandala (y en sus componentes) y el practicante que se mueve, metafóricamente, desde fuera del mandala hacia su centro. En este viaje, encuentra que cada partícula del mandala forma parte de un todo, como sucede con el Universo.
La complicada imaginería de los mandalas se explica en textos antiguos (como el Sadhanamala o el Nispannayogavali ), que contienen capítulos enteros dedicados a detallar distintos tipos de mandalas y su simbolismo. También describen los beneficios mundanos y espirituales que se obtienen al crear, mirar, rezar o meditar con un mandala.
Mandala, espacio sagrado. La relación estrecha entre espacio y sacralidad que caracteriza a los mandalas existe en todas las culturas de la historia de la humanidad: puede referirse a una cueva, montaña, gruta o isla o bien a un templo. La peculiaridad de los mandalas es que pertenecen a la tradición cultural del budismo y que tanto sus diseños como la filosofía que las sustenta implican un patrón circular.
En el uso budista, el mandala representa pictóricamente el modelo de un universo perfecto. Para esa tradición de pensamiento, es un símbolo de la iluminación conseguida a través la liberación última y la armonía suprema, pero también a través de una individualidad completamente integrada con su propio ambiente natural y social.
Intrepretación Jungiana del Mandala
Jüng dice del mandala que señala el aspecto más vital de la vida: su completamiento definitivo. Así mismo dice que las cuatro orientaciones que aparecen en ciertos mandalas se relacionan con la necesidad humana de orientación psíquica. Relaciona esto con las cuatro funciones en que divide la conciencia humana: pensar, sentir, intuir, percibir.
En los yantra que representan la unión Shiva-Shakti, Jüng ve la unión de los opuestos, la integración, la unidad. Le interesa la tensión entre los polos, el dinamismo que esto supone, implica un proceso, la creación de algo, un llegar a ser. Asemeja esta unión al círculo mismo que para él es el completamiento de la psique o sí-mismo; también supone la iluminación o la perfección absoluta.
Jüng considera que el hombre moderno está desintegrado, separado de sí-mismo, por esto dice:
" Hoy día el símbolo geométrico del círculo ha vuelto a desempeñar un papel importante en la pintura. Pero con pocas excepciones, la modalidad tradicional de representación ha sufrido una transformación característica que se corresponde con el dilema de la existencia del hombre moderno. El círculo ya no es una figura de un solo significado que abarca todo un mundo y domina la pintura. A veces el artista lo quita de su posición dominante y lo reemplaza por un grupo de círculos negligentemente ordenados. A veces el plano del círculo es asimétrico."
"(...) El círculo es un símbolo de la psique. El cuadrado es un símbolo de materia terrenal, del cuerpo y de la realidad. En la mayoría del arte moderno, la conexión entre esas dos formas primarias es inexistente o libre y casual. Su superación es otra expresión simbólica del estado psíquico del hombre del siglo XX: su alma ha perdido las raíces y él está amenazado por la disociación. (...) Pero la frecuencia con que aparecen el cuadrado y el círculo no debe desdeñarse. (...) esas formas aparecen, a veces, como si fuesen gérmenes de un nuevo crecimiento".
Para Jüng el mandala es una forma arquetípica, de ahí que aparezca en diferentes culturas lejanas entre sí. Al mismo tiempo considera que la comprensión del arquetipo resulta curativa, con lo cual viene a ser lo mismo que meditar largamente sobre la imagen fijando la atención en ella, tal y como proponen las culturas orientales. Al parecer los mandalas más impresionantes son los que surgen directamente de la imaginación sin que haya un pensamiento o propósito preconcebido. Se utilizan para restablecer el orden perdido con anterioridad y especialmente con un propósito creador, dar a la luz algo nuevo que no existía antes; ambos propósitos se complementan.