martes, 23 de agosto de 2011

LA BALADA DEL SOLDADO (1959)


Breve y fugaz regreso a Ítaca

Josef Stalin muere en 1953 con lo que se inicia un breve período de “deshielo” y la necesidad de una coexistencia pacífica entre dos ideologías enfrentadas desde el fin de la guerra. El culto a la personalidad y las purgas stalinistas habían impuesto una firme censura limitando la creación artística, marcada en aquellos años por el realismo socialista en el arte y la absorbente burocracia. En 1956, Jruschov, líder del Partido Comunista, criticó el período stalinista iniciándose una tímida apertura que afectó a la cultura, y como no, también al cine. Y es ahí donde nos encontramos con dos obras maestras imprescindibles para cualquier amante del cine: “Cuando pasan las cigüeñas”, de Mikhail Kalatozov, y “La Balada del Soldado” de Grigori Chujrai; drama tan emocionante que rezuma humanidad en todo su metraje. Este cine era más personal, no aferrado a los valores comunistas tan excelsos y que debían de propagarse por todo el orbe. Pero estos directores también exponían en sus películas valores tan universales que sobrepasaban las convicciones políticas impuestas, y esta película en un claro ejemplo.
Chujrai tiene un estilo narrativo firme pero lleno de lirismo en sus imágenes ayudado por un montaje soberbio (sobrados ejemplos tenemos en la historia del cine ruso), y que nos acerca a la parte más humana de hombre donde los valores más nobles y sinceros adquieren sentido al contraponerlos directamente a la locura de la guerra.

Chujrai escogió actores no profesionales para dar veracidad a la historia, pero es evidente que la retórica del realismos soviético todavía influye en alguna interpretación, soslayada, eso sí, de manera portentosa por esa verosimilitud de estos neófitos actores (la trasformación de Alyosha de una pueril inocencia a la madurez adquirida durante su viaje de vuelta para reencontrase con su madre es magnífica).

Porque, sí, el viaje le transforma y nos transforma: el tren como metáfora de la vida, la fugacidad de un encuentro con dos almas necesitadas de cariño en medio de un conflicto, la amistad entre soldados, el reencuentro entre amantes (magníficos primeros planos, muy intensos, con caricias y besos que absorben hasta la última esencia del ser querido).

Pero también esboza lo que la guerra causa en las relaciones entre dos personas en la que uno de ellos muda su sentimiento hacia otra persona y que recuerda, en menor medida claro, a las historias entrelazadas en la obra monumental de Vassili Grossman “Vida y Destino” .

Y por supuesto, el amor filial ante todo. Ya no es el amor a la Madre Patria como aparece explícitamente en otros film bélicos de época comunista (la gran guerra patriótica que ha marcado el inconsciente colectivo del pueblo ruso), sino el amor a una madre; escena que el director rueda de manera magistral, y que se manifiesta en toda su intensidad.

Película imprescindible de ver para evaporar prejuicios sobre el cine de la época post-stalinista.

No hay comentarios: