Impenetrable, ilegible, infilmable... Muchas fueron las expresiones negativas en la prensa cuando se supo que un proyecto independiente abordaba la adaptación al cine de la poética y bellísima novela El paciente inglés, de Michael Ondaatje, avalada con el Premio Booker de 1992 y publicada en España por Plaza & Janés en 1995.
Pero su arrojado director y adaptador, el británico Anthony Minghella, ha abandonado el complejo prisma de temas, emplazamientos y personajes de la novela, para crear vigorosamente su propia narrativa.
Minghella es el autor de los guiones de sus dos primeras películas, "Madly, Truly, Deeply" inédita en nuestras pantallas; y la deliciosa "Un marido para mi mujer" estrenada sin pena ni gloria hace un año.
¿Cómo puedo hacer esta novela mía?, se debió plantear Minghella, al contrario que el común de los adaptadores que se suelen interrogar ¿cómo puedo ser fiel a este libro? El director se tomó tres años para escribir el guión. Un trabajo que hace justicia al libro, filtrado a través de su propia sensibilidad.
El resultado es una película deslumbrante, como las de antes, que arranca con el vuelo rasante de una avioneta sobre las dunas del desierto en el norte de Africa. A bordo, un joven hombre desesperado y una bellísima mujer muerta. Atacado por las baterías alemanas, el avión es derribado y su piloto casi perece carbonizado.
Entregada la brasa humana a las fuerzas aliadas en Italia, Hana, una enfermera franco-canadiense se hace cargo de lo que queda del misterioso paciente inglés. Retirados a un monasterio de la Toscana, junto a un ladrón morfinómano y un desactivador de minas hindú, la mujer lee al paciente un libro de Herodoto, hallado en la avioneta, que va despertando la fragmentada memoria del agonizante en sus recuerdos hacia atrás, 1939 y El Cairo de la preguerra.
Allí, como miembro de la delegación de la Real Sociedad Geográfica de Londres, el conde húngaro Laszlo de Almàsy y su equipo están encargados de realizar exploraciones con fines cartográficos. La llegada del matrimonio Clifton y el comienzo de una pasión adúltera da lugar a una historia de amores imposibles y lealtades traicionadas.
Uno de sus triunfos es el reparto, comandado por los actores más bellos del Planeta Hollywood, los británicos Ralph Fiennes y Kristin Scott-Thomas junto a la francesa Juliette Binoche.
El paciente inglés es una película que resuena en el espectador mucho después de abandonar la sala de cine. Una absoluta obra maestra.
Pero su arrojado director y adaptador, el británico Anthony Minghella, ha abandonado el complejo prisma de temas, emplazamientos y personajes de la novela, para crear vigorosamente su propia narrativa.
Minghella es el autor de los guiones de sus dos primeras películas, "Madly, Truly, Deeply" inédita en nuestras pantallas; y la deliciosa "Un marido para mi mujer" estrenada sin pena ni gloria hace un año.
¿Cómo puedo hacer esta novela mía?, se debió plantear Minghella, al contrario que el común de los adaptadores que se suelen interrogar ¿cómo puedo ser fiel a este libro? El director se tomó tres años para escribir el guión. Un trabajo que hace justicia al libro, filtrado a través de su propia sensibilidad.
El resultado es una película deslumbrante, como las de antes, que arranca con el vuelo rasante de una avioneta sobre las dunas del desierto en el norte de Africa. A bordo, un joven hombre desesperado y una bellísima mujer muerta. Atacado por las baterías alemanas, el avión es derribado y su piloto casi perece carbonizado.
Entregada la brasa humana a las fuerzas aliadas en Italia, Hana, una enfermera franco-canadiense se hace cargo de lo que queda del misterioso paciente inglés. Retirados a un monasterio de la Toscana, junto a un ladrón morfinómano y un desactivador de minas hindú, la mujer lee al paciente un libro de Herodoto, hallado en la avioneta, que va despertando la fragmentada memoria del agonizante en sus recuerdos hacia atrás, 1939 y El Cairo de la preguerra.
Allí, como miembro de la delegación de la Real Sociedad Geográfica de Londres, el conde húngaro Laszlo de Almàsy y su equipo están encargados de realizar exploraciones con fines cartográficos. La llegada del matrimonio Clifton y el comienzo de una pasión adúltera da lugar a una historia de amores imposibles y lealtades traicionadas.
Uno de sus triunfos es el reparto, comandado por los actores más bellos del Planeta Hollywood, los británicos Ralph Fiennes y Kristin Scott-Thomas junto a la francesa Juliette Binoche.
El paciente inglés es una película que resuena en el espectador mucho después de abandonar la sala de cine. Una absoluta obra maestra.
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