miércoles, 29 de octubre de 2008

Frases de Nikos Kazantzakis


¡Qué extraña máquina es el hombre!, usted le mete pan, vino, pescado y rábanos, y salen suspiros, risas y sueños.

No espero nada. No temo nada. Soy libre.

Hemos visto el círculo más elevado de poderes en espiral. Le hemos puesto de nombre a este círculo Dios. Podríamos haberle puesto cualquier otro nombre que quisiéramos: abismo, misterio, oscuridad absoluta, luz absoluta, materia, espíritu, esperanza última, desesperanza última, silencio. Pero no olvidar jamás, somos nosotros quienes le ponemos el nombre.

Las puertas del cielo y el infierno son adyacentes e idénticas.

Hay una sola mujer en el mundo. Una mujer, con muchos rostros.

La belleza es despiadada. No la mirás vos, te mira ella y no perdona.

Una vez más comprendí hasta qué punto la felicidad terrena está hecha a la medida del hombre. No es un ave rara a la que debemos perseguir un momento en el cielo y al siguiente en nuestra mente. La felicidad es un ave doméstica que se encuentra en el patio de nuestra propia casa.

Todo en el mundo tiene un significado oculto.

Para triunfar, primero debemos creer que podemos.

Qué difícil, qué extremadamente difícil para el alma separarse de su cuerpo el mundo: de montañas, mares, ciudades, gente. El alma es un pulpo y ésos son sus tentáculos... Ninguna fuerza sobre la tierra es tan imperialista como el alma humana. Ocupa y a su vez es ocupada, pero siempre considera demasiado estrecho su imperio. Sofocándose, desea conquistar el mundo para respirar libremente.

Las personas necesitan un poco de locura, de otro modo nunca se atreven a cortar la soga y liberarse.

Todos estos días actuaron con responsabilidad y seriedad sobre la cuestión.

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