Su vida fue breve, tormentosa, marcada por la pobreza y la enfermedad. Su carácter rebelde y bohemio le empujaba a vivir al margen de las convenciones. Todo ello dio lugar a una fama inquebrantable de pintor maldito y a una excepcional carrera artística que hace hoy de Amedeo Modigliani una de las figuras más importantes de la Historia del Arte.
Modigliani nació en el seno de una familia judía de clase media de la Toscana. Su madre era una mujer culta y liberal que alentaba constantemente su atracción por el Arte. Fue ella quien pidió al maestro Guglielmo Michele que le diera clases de dibujo cuando Amedeo tenía 13 años y fue entonces cuando el joven comenzó a plasmar sobre papel los melancólicos sentimientos que eran secuela de la grave enfermedad pulmonar que padeció dos años atrás.
En 1901 su salud vuelve a resentirse y viaja al sur de Italia para restablecerse en un clima más benigno. A su paso por Roma entra en contacto con las obras maestras del Arte clásico y allí se reafirma en su propósito de convertirse en un gran artista. Un año después ingresa en la Escuela Libre de Desnudo de Florencia y en 1903 viaja a Venecia para estudiar en el Instituto de Bellas Artes. En la capital del Véneto experimenta con el sexo, el alcohol, las drogas... hábitos que le acompañarían ya hasta la tumba.
En 1906 Modigliani se instala en el parisino barrio de Montmartre y se inscribe en la Academia Colarossi. Vive el París de los manifiestos, de la revolución Fauve, de ‘Las señoritas de Avignon’. Allí conoce la obra de Cézanne y descubre también el Arte africano que tanto influiría en su evolución pictórica. Es en ese ambiente en el que Modigliani empieza a esculpir y, aunque se hizo muy popular enseguida en los ambientes bohemios, nunca llegó a vincularse a los movimientos artísticos de moda.
Su vocación por la escultura se truncó muy pronto a causa de la precariedad de su salud. El polvo del taller le impide respirar y eso le lleva a dedicarse exclusivamente a la pintura. En 1917 celebra su primera exposición individual en la galería Berthe. Sus rotundos desnudos escandalizan y la policía amenaza con clausurar la sala. Sólo vendió dos dibujos y los cinco lienzos que se quedó el galerista.
Sus obras están cargadas de melancolía. Tratan de ahondar en el alma del modelo mediante líneas sencillas y una ausencia absoluta de mirada. Las manos siempre están a la vista y las cabezas se ladean sobre cuellos largos y esbeltos. Son obras absolutamente reconocibles y ésa es la razón, seguramente, de que Modigliani haya pasado a la Historia como un pintor sin escuela. Fue un artista único.
Murió en un hospital de París en la más absoluta de las miserias. El alcohol y la tuberculosis le trajeron la muerte cuando tenía 36 años. Para acrecentar la leyenda, su compañera sentimental se suicidó cinco días después. Estaba embaraza de casi nueve meses. Pablo Picasso no debía referirse a ella cuando dijo que “Modigliani, a pesar de sus costumbres desordenadas, era capaz de elevar la vida de todos los
martes, 24 de agosto de 2010
Amedeo Modigliani
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