Los niños se forman una imagen de sí mismos a partir de la mirada de los adultos. Esta mirada no es siempre positiva, constructiva, afectuosa, consciente… a veces es crítica, exigente, despreciativa, incomprensiva. Las “torpezas” de los niños no son su identidad, pero pueden convertirse en torpes si es así como nos dirigimos frecuentemente a ellos.
Alejandro Jodorowsky una vez encontró un pedazo de papel en el que leyó:
Si un niño vive en la crítica, aprende a condenar
Si un niño vive en la hostilidad, aprende a pelearse
Si un niño vive en el ridículo, aprende a avergonzarse
Si un niño vive en la sospecha, aprende a sentire culpable
Si un niño vive en la tolerancia, aprende a ser paciente
Si un niño vive en el reconocimiento, aprende a estimar
Si un niño vive en la lealtad, aprende la justicia
Si un niño vive en la aprobación, aprende a amarse a si mismo
Si un niño vive en la amistad, aprende a ver el amor en el mundo
Si un niño vive en la crítica, aprende a condenar
Si un niño vive en la hostilidad, aprende a pelearse
Si un niño vive en el ridículo, aprende a avergonzarse
Si un niño vive en la sospecha, aprende a sentire culpable
Si un niño vive en la tolerancia, aprende a ser paciente
Si un niño vive en el reconocimiento, aprende a estimar
Si un niño vive en la lealtad, aprende la justicia
Si un niño vive en la aprobación, aprende a amarse a si mismo
Si un niño vive en la amistad, aprende a ver el amor en el mundo
Plano creativo. http://planocreativo.wordpress.com
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